La imperiosa lucha felina por no descender al absurdo institucional

En el majestuoso coliseo del Olímpico Universitario, una manada de felinos auriazules, adiestrados en el arte de dejar escapar presas ya capturadas, se prepara para un ritual semestral: la imperiosa y siempre postergada obligación de ganar. Su domador, el estratega Efraín Juárez, contempla desde el banquillo cómo su orgullosa especie ocupa el glorioso lugar número 13 de la clasificación, un puesto tan envidiable que casi roza la excelencia académica de la institución que representan.

El conjunto universitario, especialista en transformar victorias seguras en empates gloriosos, ha elevado la dejadez a forma de arte. Contra Necaxa y Toluca, no contentos con dominar el esférico, decidieron practicar una avanzada técnica de dejar escapar dos triunfos en aras de la equidad deportiva, acumulando así la impresionante cifra de cinco puntos de 15 posibles. Una hazaña que sólo puede ser comprendida por los más finos entendidos de la paradoja futbolística.

Mientras tanto, en el rincón de los visitantes, se presenta el recién nombrado mesías táctico, Hernán Cristante, quien inherita un equipo que lucha denodadamente por abandonar los sótanos de la tabla general. Su misión: lograr que el Puebla supere a unos Pumas que se aferran a su decadencia con la tenacidad de un profesor titular defendiendo su plaza vitalicia.

La estadística más reveladora nos muestra que los felinos acumulan cuatro partidos consecutivos sin conocer la derrota ante los camoteros, lo que demuestra que incluso en el reino animal más deprimido siempre existe una presa más lenta que oneself. Esta racha positiva se ha convertido en el último bastión de dignidad en un mundo donde ganar un solo partido por torneo se considera ahora un éxito rotundo.

El partido promete ser un épico duelo entre la necesidad desesperada de no seguir hundiéndose en la mediocridad y el esperanzado debut de quien todavía no ha sido contaminado por el virus de la derrota institucionalizada. Todo ello aderezado con la sublime contradicción de que ambos clubes, en su lucha por no ser el peor, podrían terminar demostrando que el verdadero triunfo está en sobrevivir otro día más en este circo llamado Apertura 2025.