En un espectáculo digno del más absurdo teatro digital, los devotos seguidores de Alfredo Olivas experimentaron un sobresalto colectivo cuando las profecías apocalípticas de las redes sociales anunciaron su inminente desaparición. El oráculo digital había hablado: el intérprete había sido víctima de una emboscada cinematográfica en las polvorientas carreteras de Tamaulipas, un guion tan predecible como falso.
Según el evangelio de lo viral, al menos cinco caravanas de mercenarios armados hasta los dientes habían interceptado al trovador, cuyo escolta habría perecido heroicamente en esta batalla imaginaria mientras el artista recibía un proyectil en el abdomen. Las hordas digitales, en su sabiduría infinita, comenzaron a ulular por los confines de la red, exigiendo confirmación del martirio de su ídolo.
Pero he aquí que el supuesto difunto, en un acto de rebeldía metafísica, compartió una selfie desde el más allá. Sin palabras, porque ¿para qué usar lenguaje cuando una imagen contradice toda una narrativa de muerte? Posteriormente, sus augures oficiales emitieron un comunicado desmintiendo esta epopeya ficticia, revelando que el cantante nunca había pisado el escenario de su propio supuesto drama.
El Mesías Resucitado
Frente al alboroto digital, el propio Olivas se manifestó mediante la tecnología más contundente: una fotografía de sí mismo existiendo. Su silencio elocuente decía más que mil tuits. Los portavoces del artista aseguraron que el intérprete de regional mexicano se encuentra en perfecto estado de conservación, desmintiendo así su propia leyenda negra.
“Ante la circulación de información falsa en redes sociales sobre un supuesto ataque armado en contra del artista Alfredo Olivas, queremos aclarar que esta información es completamente falsa”, rezaba el comunicado oficial, esa herramienta anticuada que intenta poner orden en el caos digital.
Gratitud en el Reino del Espectáculo
El edicto oficial especificó que el cantautor continúa desarrollando sus actividades programadas con normalidad, sin haber visitado el estado de Tamaulipas en las últimas horas. Una revelación que dejó sin argumentos a los arquitectos de su propia mitología.
“Agradecemos profundamente la preocupación, apoyo y muestras de cariño de los fans, medios de comunicación y colegas. Les invitamos a consultar únicamente los canales oficiales para información verificada”, suplicaron desde el santuario oficial, como si en la era de la posverdad alguien aún creyera en fuentes autorizadas.
Así concluye otro capítulo en esta farsa digital donde la muerte viaja más rápido que la verdad, y donde los artistas deben demostrar periódicamente que siguen respirando para calmar a las turbas enamoradas del drama.
