Kalimba rompe el silencio sobre su batalla neuronal y la máscara del personaje

¿Qué pasa cuando la identidad artística se fusiona con la salud mental hasta volverse indistinguible? Kalimba, el icónico cantante, desafía el tabú al revelar su diagnóstico de epilepsia en el lóbulo frontal y bipolaridad grado II, condiciones que han moldeado no solo su carrera, sino su humanidad. En una conversación cruda con el periodista Heriberto Murrieta, expone la paradoja del artista: ser esclavo de su propio personaje.

“La medicación controla mis neuronas, pero ¿quién controla la expectativa social?”, cuestiona. Su reflexión va más allá: en una era donde los fans exigen acceso perpetuo, Kalimba plantea una idea revolucionaria: el derecho al off. ¿Por qué un artista no puede desconectarse sin ser tachado de “payaso”? La terapia le enseñó que su verdadera obligación es el escenario, no la sobreexposición.

Mientras Instagram lo juzga con comentarios como “trabajo 24/7” o “mamila de cristal”, él propone un modelo disruptivo: fama con límites. ¿Es posible redefinir el contrato no escrito entre ídolos y audiencia? Su batalla no es solo médica, sino cultural. Si la industria exige artistas “siempre encendidos”, ¿no estamos cultivando crisis mentales en serie?

Kalimba no pide lástima, sino un diálogo radical sobre el precio oculto del estrellato. En un mundo obsesionado con las máscaras, su mayor acto de rebeldía es mostrar el rostro detrás del personaje. ¿Estamos listos para escuchar?