Óscar Maydon vive entre el éxito musical y las balas

En un giro tragicómico que parece sacado de un corrido moderno, Óscar Maydon, el nuevo mesías de los corridos tumbados, descubre que la fama no solo trae streams y contratos, sino también balazos en la puerta de su casa. Mientras él entretiene a las masas en Monterrey con su voz de ángel caído (o de narco arrepentido), su hogar familiar en Baja California recibe una serenata de plomo digna de una película de Tarantino.

El ataque, ocurrido en San Felipe —un pueblo tan pintoresco que hasta la violencia tiene folclor—, sigue el guion clásico: un auto misterioso, disparos contra la fachada, y una familia que solo quería cenar en paz. ¿El crimen? Cantar demasiado bien sobre vida loca en una industria donde la ficción y la realidad bailan un vals macabro.

Maydon, cuyo nombre real suena más a personaje de telenovela que a estrella musical (Óscar René Maydon Mesa, para los curiosos), escaló rápido gracias a Rancho Humilde, la misma disquera que convierte chavos con guitarra en fenómenos virales. Sus éxitos, como “Fin de Semana” (un himno a la juerga que irónicamente podría terminar en funeral) o “Tu Boda” (donde el amor y los tiroteos son casi sinónimos), son la banda sonora de una generación que celebra el peligro hasta que este llama a su puerta.

Y hablando de peligro, en febrero ya le habían advertido con mantas de amenaza —el equivalente moderno a las cartas anónimas, pero con más drama— cancelando su show en Aguascalientes. Las acusaciones volaban como balas perdidas: ¿artista o “involucrado en actividades ilícitas”? En este negocio, la línea entre un ídolo y un blanco fácil es tan delgada como un acorde de requinto.

Por ahora, Maydon guarda silencio, como si su vida fuera un final abierto de canción. Las autoridades dicen que no hay heridos, pero en México, donde la música y la violencia son socias comerciales, el verdadero “éxito” es salir ileso… hasta la próxima balacera.