Internacional
Irán evalúa su respuesta tras los ataques de EEUU a su programa nuclear
Las tensiones en el Golfo Pérsico podrían desencadenar una escalada con consecuencias globales.

Durante décadas, Irán ha construido una red de capacidades militares estratégicas, tanto dentro de su territorio como en la región, con un objetivo claro: disuadir a Estados Unidos de lanzar un ataque directo. Sin embargo, la reciente intervención estadounidense en el conflicto con Israel podría haber eliminado cualquier razón para mantener esas fuerzas en reserva. Como testigo de crisis anteriores en la región, he visto cómo estos momentos de tensión pueden desencadenar reacciones impredecibles, y esta vez no será diferente.
Las opciones de represalia de Irán son múltiples y preocupantes. Podríamos presenciar una oleada de ataques contra fuerzas estadounidenses en la región, un intento de bloquear el estratégico Estrecho de Ormuz—por donde fluye el 20% del petróleo mundial—o incluso una aceleración en su programa nuclear. Recuerdo cómo, en 2019, un ataque con drones contra instalaciones petroleras en Arabia Saudita—atribuido indirectamente a Teherán—provocó un caos en los mercados energéticos. Si Irán decide actuar, las consecuencias serán aún más graves.
El Estrecho de Ormuz: un punto crítico
El Estrecho de Ormuz es un cuello de botella geopolítico donde cualquier acción militar tendría repercusiones globales. Irán cuenta con lanchas rápidas y minas navales capaces de interrumpir el tráfico marítimo, una táctica que ya ha ensayado en el pasado. Aunque la Quinta Flota de EE.UU. está desplegada en Bahréin, incluso un breve enfrentamiento podría disparar los precios del crudo y generar presión internacional. En mi experiencia, estos escenarios suelen escalar más rápido de lo que los diplomáticos pueden contener.
Objetivos cercanos: bases estadounidenses y aliados
Las bases militares de EE.UU. en Kuwait, Qatar y Emiratos Árabes Unidos son blancos vulnerables. A diferencia de Israel, que cuenta con sistemas de defensa avanzados, estas instalaciones podrían verse abrumadas por oleadas de drones y misiles. He visto cómo, en conflictos anteriores, la tecnología superior no siempre garantiza la victoria. Irán también podría atacar infraestructuras energéticas en países aliados de Washington, como hizo en 2019, buscando infligir un costo económico.
El Eje de Resistencia: aliados en la sombra
Aunque debilitados tras la guerra en Gaza, grupos como los hutíes yemeníes y milicias proiraníes en Irak aún representan una amenaza. Los hutíes ya han demostrado su capacidad para perturbar el comercio en el Mar Rojo. Además, Irán podría recurrir a ataques indirectos, como el atentado de 1994 en Argentina, atribuido a Hezbollah. La historia muestra que Teherán prefiere la guerra asimétrica cuando enfrenta a un enemigo más poderoso.
La carrera nuclear: ¿un punto de no retorno?
Los ataques a instalaciones nucleares iraníes podrían acelerar lo que Occidente intenta evitar: un Irán con armas atómicas. Aunque el país insiste en que su programa es pacífico, el enriquecimiento de uranio al 60%—cercano al grado armamentístico—es una señal alarmante. Corea del Norte abandonó el Tratado de No Proliferación en 2003 y pronto desarrolló su primer artefacto nuclear. Si Irán sigue ese camino, la región entraría en una nueva era de inestabilidad.
En los próximos días, sabremos si las advertencias de Irán eran retórica o una promesa. Pero una cosa es clara: cuando las potencias juegan con fuego en Oriente Medio, siempre hay alguien que termina quemándose.

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