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Las tácticas ocultas del gobierno de EE.UU. para acelerar deportaciones

Estrategias ocultas y polémicas detrás de las deportaciones masivas en EE.UU. reveladas en documentos internos.

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La subdirectora del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, Madison Sheahan, acompañada por el director interino de la agencia, Todd Lyons, habla durante una conferencia de prensa en la sede de la agencia en Washington.

¿Qué hay detrás de la maquinaria de deportaciones masivas impulsada por la administración Trump? Documentos filtrados y testimonios exclusivos revelan un sistema diseñado para expulsar a miles bajo argumentos cuestionables. Lo que comenzó como una promesa de campaña se ha convertido en una estrategia multifacética que desafía los límites legales y éticos.

Fuentes internas del ICE confirman que, bajo el mandato actual, los agentes han recibido órdenes directas de ampliar sus criterios de detención. “Ya no se trata solo de criminales peligrosos”, admite un oficial bajo condición de anonimato. “Cualquier irregularidad migratoria es suficiente para justificar un arresto”. Esta política contrasta radicalmente con los protocolos establecidos durante el gobierno de Biden, donde existían salvaguardas claras.

La sombra de los “arrestos colaterales”

¿Cómo justifica el gobierno estas prácticas? Oficialmente, insisten en perseguir solo a “los peores de los peores”. Sin embargo, registros obtenidos por este medio muestran que el 43% de las deportaciones recientes corresponden a individuos sin antecedentes penales. Expertos legales advierten sobre el peligroso precedente que esto establece: “Es criminalización por asociación”, denuncia la abogada de derechos humanos Claudia Rueda.

Tratos oscuros con terceros países

La investigación revela acuerdos secretos con naciones centroamericanas para recibir deportados que ni siquiera son sus ciudadanos. Correos electrónicos internos detallan cómo El Salvador aceptó venezolanos a cambio de ayuda económica, alojándolos en instalaciones denunciadas por organizaciones internacionales. “Es deportación por delegación”, acusa un informe confidencial de Amnistía Internacional.

¿Incentivo o coerción?

El programa de “autodeportación” voluntaria plantea serias dudas. Mientras las autoridades promocionan los beneficios económicos, testimonios recogidos en centros de detención describen tácticas de presión: “Me dijeron que si no firmaba, pasaría años encerrado”, relata Juan M., hondureño deportado en abril. ¿Están siendo estos migrantes realmente libres de decidir?

Lo que emerge es un patrón sistemático donde el fin parece justificar los medios. Con más de 1.1 millones de órdenes de deportación pendientes, las preguntas sobre los métodos empleados se multiplican. Mientras tanto, familias enteras viven bajo la sombra de redadas que pueden ocurrir en cualquier momento, en cualquier lugar. Esta es la realidad no contada de la política migratoria actual.

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