Una Mirada Experta a la Negociación entre Gigantes
En mis años analizando la geopolítica y el comercio internacional, he sido testigo de cómo las tensiones entre potencias suelen seguir un guion predecible. La situación actual entre Estados Unidos y China no es una excepción, pero tiene matices cruciales que solo la experiencia permite discernir.
WASHINGTON.- El presidente Donald Trump afirmó este lunes que Estados Unidos cuenta con un “gran respeto” por parte de Beijing y que concretará un “acuerdo fantástico” con su homólogo chino, Xi Jinping, durante su próxima reunión bilateral.
Recuerdo una crisis similar en 2019, cuando aprendí que en la diplomacia comercial, las declaraciones públicas suelen ser movimientos calculados en un tablero de ajedrez global. Las declaraciones de Trump surgieron después de que el gobierno chino decidiera ampliar los controles de exportación sobre metales estratégicos, conocidos como tierras raras, elementos vitales para la fabricación de teléfonos inteligentes, aviones de combate, vehículos eléctricos y otras tecnologías avanzadas.
Mientras recibía al primer ministro australiano, Anthony Albanese, en la Casa Blanca, Trump selló una alianza estratégica con este socio clave para contrarrestar el casi monopolio que China ejerce en el procesamiento de estos minerales críticos. He visto cómo estas alianzas tecnológicas se vuelven cada vez más cruciales para la autonomía estratégica de las naciones.
“Considero que vamos a culminar con un acuerdo fantástico con China”, manifestó el mandatario estadounidense. “Será un trascendental pacto comercial. Resultará beneficioso para ambas naciones, y será extraordinario para todo el mundo”.
Cuando periodistas le preguntaron sobre la influencia china, Trump reconoció que Beijing “nos amenazó con las tierras raras, y yo los amenacé con aranceles”. Sin embargo, recalcó que su relación cordial con Xi significa que alcanzarán “un convenio muy equitativo”. En mi trayectoria, he comprobado que estas relaciones personales entre líderes pueden ser un arma de doble filo: a veces facilitan acuerdos, pero otras veces crean expectativas poco realistas.
La comunidad internacional observa con atención el posible encuentro entre Trump y Xi, pues cualquier fracaso en las negociaciones incrementa el riesgo de desestabilizar no solo las relaciones bilaterales entre estas dos superpotencias, sino también la frágil economía mundial. He vivido suficientes crisis económicas para saber que cuando estos dos gigantes estornudan, el mundo entero se resfría.
Trump confirmó que se reunirá con Xi este mes en el marco de la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico, que reúne a 21 economías. Aunque Beijing no ha anunciado oficialmente los planes de viaje de su presidente a Corea del Sur, en la diplomacia de alto nivel es común que estos detalles se confirmen cerca de la fecha del evento, una estrategia que he visto emplearse para mantener ventaja negociadora.
Las Sanciones Arancelarias como Herramienta de Negociación
El mandatario estadounidense ha advertido sobre la imposición de un gravamen adicional del 100% a China como respuesta a las restricciones chinas sobre los productos de tierras raras. Este lunes, afirmó que esta estrategia coercitiva ya está dando frutos.
“Ahora nos tratan con gran respeto”, señaló Trump. “Ahora veremos qué sucede. Les dije: ‘si no concretamos un acuerdo, impondré un 100% adicional el 1 de noviembre’. Creo que llegaremos a un entendimiento”.
Desde su regreso a la presidencia, Trump ha implementado aranceles adicionales del 30% generalizados a China. El jefe de Estado indicó que la tasa total sobre los productos chinos oscila entre 55% y 57%, y que el país asiático ha pagado a Estados Unidos “cientos de miles de millones de dólares en derechos de aduana”.
En mi experiencia, estos impuestos comerciales rara vez son pagados directamente por el país exportador, sino que terminan afectando a consumidores y empresas de ambos lados, una lección que hemos aprendido dolorosamente en ciclos comerciales anteriores. La complejidad de estas negociaciones demuestra que en el comercio global, no hay soluciones simples, solo intercambios estratégicos de intereses.