El REAL ID divide opiniones mientras el plazo de implementación se acerca

En medio de largas filas y frustraciones crecientes, la implementación del REAL ID —el controvertido sistema de identificación federal— revela grietas en su aplicación. Mientras la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, asegura que el 81% de los viajeros ya cumplen con los requisitos, testimonios recogidos en oficinas de vehículos motorizados pintan un panorama menos optimista.

“¿Por qué exigir un nuevo documento si las identificaciones actuales son válidas?”, cuestiona Renel Leggett, estudiante universitaria que perdió tres horas en una fila interminable. Su caso no es aislado: en estados como Pensilvania y Washington, las demoras superan las cuatro horas, según reportes verificados.

Documentos internos del Departamento de Seguridad Nacional, obtenidos por este medio, muestran que solo 23 estados alcanzaron la meta del 90% de adaptación. “Habrá flexibilidad inicial”, admitió Noem ante el Congreso, aunque omitió detallar qué ocurrirá tras el periodo de gracia no oficial.

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Expertos en políticas de seguridad, como el exasesor de la FAA Mark Jenkins, señalan contradicciones: “Si aceptan pasaportes y credenciales tribales, ¿qué problema resuelve el REAL ID?”. La sombra del 11-S —origen de esta ley en 2005— parece diluirse ante burocracia y costos ocultos.

Mientras las aerolíneas preparan protocolos alternos, una pregunta queda flotando: ¿Es esto realmente seguridad o solo otro trámite innecesario?

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