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Internacional

Las remesas como salvavidas económico enfrentan nuevos impuestos

El flujo de dinero que sostiene pueblos enteros enfrenta una amenaza política con consecuencias impredecibles.

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La supervivencia de Israel Vail en Cajolá, Guatemala, depende de un puente financiero invisible: las remesas que sus hijos, migrantes indocumentados en EE.UU., envían religiosamente. Este flujo de capital no solo construyó su casa de dos pisos, sino que alimenta el pequeño comercio que mantiene a flote a su familia. ¿Qué ocurre cuando un decreto presidencial amenaza con cortar este cordón umbilical económico?

En comunidades como Cajolá, las remesas son más que dinero: son el oxígeno de una economía paralela que desafía las estadísticas oficiales. Cada dólar enviado desde el norte se transforma en ladrillos, educación y microempresas. Pero la administración Trump propone un impuesto del 5% sobre estas transferencias, una medida que expertos califican de “tiro en el pie geopolítico”. Paradójicamente, al intentar desincentivar la migración, podrían estar creando las condiciones para una nueva ola migratoria.

La ironía es palpable: las remesas representan un sistema de autogestión migratoria que reduce la presión sobre las fronteras. Manuel Orozco, experto en flujos transfronterizos, advierte que “interrumpir este circuito sería como cortar las venas a una economía que ya sangra por la falta de oportunidades”. Mientras tanto, en Oklahoma, donde ya se aplica un impuesto similar, los resultados muestran un aumento en los canales informales de envío, demostrando que la necesidad siempre encuentra caminos alternos.

La presidenta mexicana Claudia Sheinbaum plantea una pregunta incómoda: ¿Cómo puede EE.UU. promover la libertad económica mientras restringe el fruto del trabajo legal de millones? Las remesas no son caridad: son salarios ya gravados que circulan fuera del sistema bancario tradicional. En lugar de imponer barreras, ¿qué pasaría si se convirtieran en instrumentos de desarrollo bilateral? Imaginen un sistema donde cada dólar enviado genere créditos fiscales o inversiones en infraestructura comunitaria.

El verdadero disruptor sería transformar las remesas de problema político a herramienta de diplomacia económica. Mientras el debate sigue, familias como la de Vail viven en suspenso, recordándonos que detrás de cada estadística hay vidas que dependen de estas corrientes financieras subterráneas que mueven el mundo.

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