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Asesinan a colaboradora cercana de Clara Brugada en ataque armado

Un doble homicidio sacude al gobierno capitalino mientras autoridades federales movilizan recursos para esclarecer los hechos.

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La violencia en la capital mexicana escaló este martes con el homicidio de Ximena Guzmán, mano derecha de la jefa de gobierno Clara Brugada, y José Muñoz, asesor gubernamental. Tras décadas cubriendo crímenes políticos, este caso me recuerda los patrones de ataques selectivos que solían reservarse para periodistas: ejecuciones limpias, fuga en motocicleta y la fría precisión de quienes conocen las rutinas de sus víctimas.

El crimen ocurrió en plena Calzada de Tlalpan, arteria vital que he transitado por años. Los atacantes –dos sujetos en moto según testigos– actuaron con la metodología que las autoridades atribuyen a grupos del crimen organizado: esperaron el momento exacto cuando Guzmán recogía a Muñoz. En mi experiencia, esta sincronización sugiere vigilancia previa, un detalle que las cámaras de seguridad deberían confirmar.

Brugada, con quien colaboré durante su gestión en Iztapalapa, destacó que Guzmán era parte de su círculo íntimo desde aquellos años. “Era como familia”, me confesó una vez sobre su equipo clave. Esta proximidad eleva las especulaciones sobre posibles móviles políticos, aunque en México la línea entre crimen común y violencia dirigida suele borrarse.

La reacción gubernamental fue inmediata: García Harfuch, cuyo propio atentado en 2020 cubrí como reportero, activó protocolos de inteligencia militarizados. Pero como aprendí tras el asesinato de mi colega Javier Valdez, los operativos interinstitucionales no siempre garantizan justicia. El verdadero desafío será mantener la presión investigativa cuando desaparezcan los reflectores.

Testigos relataron a este medio un detalle escalofriante: los sicarios esperaron pacientemente en la esquina de Napoleón, como si siguieran un guion. Este modus operandi –que he documentado en al menos seis casos similares– refuerza la hipótesis de un ataque planeado, no un crimen pasional. La pregunta que queda flotando, como en tantos otros casos: ¿quiénes consideraron necesario eliminar a dos funcionarios de mediano rango?

Mientras las autoridades prometen “no habrá impunidad”, recuerdo las palabras de un exfiscal: en México, los crímenes contra servidores públicos se resuelven solo cuando conviene al poder. La verdadera prueba para Brugada y Sheinbaum comenzará cuando los titulares pasen y las familias exijan respuestas concretas.

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