Cárteles podrían acceder a datos de testigos tras hackeo al sistema judicial

Ciudad de México. En un giro irónico digno de una distopía orwelliana, el sistema judicial estadounidense —ese faro de la justicia occidental— ha demostrado ser tan impenetrable como un queso gruyere. Tras un hackeo que dejó al descubierto archivos sensibles, ahora los cárteles narcos podrían jugar al “¿Dónde está Wally?” con testigos protegidos, pero con consecuencias ligeramente más sangrientas.

Según fuentes, los señores del crimen organizado —esos emprendedores modernos que diversifican entre narcóticos, ciberseguridad y cacería humana— estarían adquiriendo datos judiciales como si fueran NFTs en una subasta darknet. ¿El premio? Nombres, direcciones y hasta órdenes de allanamiento, todo por el módico precio de unas cuantas criptomonedas.

Lo más hilarante (si el término aplica): nadie sabe si los cárteles hackearon directamente o simplemente compraron la base de datos en el mercado negro, como quien adquiere entradas para el concierto de Taylor Swift. Mientras tanto, los tribunales afectados —al menos una decena— se debaten entre enviar disculpas formales a los testigos o ofrecerles cupones de descuento para chalecos antibalas.

En este reality show donde los criminales tienen mejor acceso a la información que los fiscales, solo queda preguntarse: ¿Cuándo empezarán a vender “Paquetes Premium Narco” con tracking GPS incluido? El sistema CM/ECF, diseñado para proteger datos, ahora parece más bien un catálogo de Amazon para sicarios.

Así, entre filtraciones, incompetencia digital y Estados-nación jugando al espionaje, el sueño americano se reduce a esto: que tu testimonio valga menos que un password robado. ¡Bienvenidos a la justicia del siglo XXI!