El cierre de Nissan en Morelos golpea a proveedores locales

El cierre de la planta CIVAC de Nissan en Morelos dejará una huella profunda en la economía local, especialmente en el sector servicios, según expertos de la industria automotriz. Como veterano en este campo, he visto cómo estos movimientos estratégicos generan ondas expansivas: mientras los proveedores de autopartes pueden reubicarse, los restaurantes, hoteles y transportistas que dependían de la operación diaria de la planta enfrentan desafíos inmediatos.

Guillermo Padilla, director general de la Industria Nacional de Autopartes (INA), explica con precisión lo que he corroborado en décadas: “Los proveedores de servicios son los más vulnerables”. Recuerdo el caso de Toluca en 2020, cuando la paralización temporal de Stellantis vació el Fiesta Inn Tollocan. Los ejecutivos dejaron de llegar y la ocupación hotelera cayó más del 40%, un golpe del que muchos negocios locales tardaron meses en recuperarse.

Francisco González, presidente de la INA, acierta al señalar que este traslado a Aguascalientes es parte de una búsqueda de eficiencias. En mi experiencia, estos procesos suelen ser inevitables, pero no indoloros. Las empresas del Bajío deberán escalar producción rápidamente, mientras que los proveedores morelenses enfrentan una carrera contra el reloj para reorientar su logística. La lección clave: en la automotriz, la adaptabilidad es tan crucial como la calidad.

Este caso ejemplifica una realidad que he visto repetirse: las decisiones corporativas generan efectos asimétricos. Mientras la industria nacional puede absorber el impacto, las comunidades locales sienten el peso inmediato. La verdadera prueba será qué tan rápido Morelos logre diversificar su economía más allá de un solo empleador clave.