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El gusano que convierte mascotas en bufés de carne viva

Un enemigo microscópico acecha en heridas desprotegidas: la amenaza silenciosa que devora tejidos vivos.

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En un giro irónico de la naturaleza, el gusano barrenador ha perfeccionado el arte del all-inclusive biológico: un festín de tejido vivo donde tu perro, gato o incluso tú mismo podéis ser el menú principal. El veterinario Juan Bautista Pérez, en tono apocalíptico, advierte que este parásito —que hace parecer a las garrapatas meras aficionadas— está convirtiendo el Istmo de Tehuantepec en el nuevo epicentro de un reality show parasitario.

La Cochliomyia hominivorax (nombre científico que se traduce como “mosca devorahombres”, porque la modestia no es su fuerte) practica la crianza intensiva: hasta 500 huevos por puesta, eclosionando en 24 horas. Las larvas, ávidas emprendedoras del sector alimenticio, rechazan la carne muerta como un gourmet desprecia un fast-food. Prefieren tejido fresco, servido in situ, preferiblemente en un hospedador que todavía respire.

El protocolo es digno de película de terror: siete días de banquete carnoso mientras la víctima desarrolla un bouquet a “cadáver en avanzado estado de descomposición”, acompañado de depresión e inapetencia (comprensible, considerando que uno es literalmente devorado vivo). Para colmo, las larvas adoptan tácticas de espionaje: se entierran cabeza abajo como si fueran minúsculos topos carnívoros, haciendo que el diagnóstico sea tan sencillo como encontrar una aguja en un pajar infectado.

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Las autoridades sanitarias, siempre reactivas como un Windows actualizando en pleno apocalipsis, exigen reportes inmediatos al Senasica. Mientras tanto, el tratamiento consiste en ahogar a estos gourmets parasitarios en larvicidas —el equivalente a fumigar un restaurante Michelin— porque, claro, ¿qué mejor solución que envenenar lo que ya está siendo devorado?

Moraleja: en un mundo donde hasta los parásitos practican el farm-to-table, quizá deberíamos reconsiderar eso de “dejar que la naturaleza siga su curso”. Al menos hasta que la naturaleza deje de intentar comernos vivos.

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