El INE revela que 16 casillas no abrieron por violencia e inseguridad

CIUDAD DE MÉXICO.- ¿Qué pasa cuando la democracia choca contra los muros de la violencia? El Instituto Nacional Electoral (INE) reveló que 16 mesas electorales no pudieron instalarse debido a amenazas, enfrentamientos armados y boletas previamente marcadas, un síntoma de un sistema que, aunque resistente, enfrenta grietas en zonas como Chiapas, Sinaloa y Michoacán.

Durante la sesión del Consejo General, el consejero Jorge Montaño detalló que estas 16 casillas representan apenas el 0.019% del total de 83,974 aprobadas. Sin embargo, cada una es una alerta: en San Cristóbal de las Casas, paquetes electorales fueron sustraídos; en Tonalá, la ausencia de funcionarios dejó a votantes sin voz; y en Zitácuaro, explosivos silenciaron las urnas.

Pero aquí hay una paradoja: mientras el 99.9% de las casillas operaron, ¿por qué nos obsesionamos con el 0.1%? Porque en ese mínimo porcentaje se esconde el termómetro de la democracia. En Huehuetán, paquetes violados por actores ajenos al INE; en Villaflores, boletas ya marcadas. ¿Es esto un fallo técnico o un sabotaje organizado?

Montaño destacó que 856 de 1,041 incidentes fueron resueltos, pero ¿qué hacemos con los otros 185? La respuesta está en los más de 60,000 observadores ciudadanos y agrupaciones que vigilaron el proceso. “Su mirada imparcial es el antídoto contra la opacidad”, afirmó el consejero, subrayando que la participación no solo se mide en votos, sino en la capacidad de auditar el sistema desde dentro.

El mensaje final es claro: la democracia no es un acto, es un músculo que se fortalece con transparencia y acción colectiva. “Aún hay tiempo para votar”, insistió Montaño. Pero la pregunta disruptiva es: ¿cómo reinventamos los mecanismos electorales para que ni la violencia ni la desconfianza puedan secuestrar el futuro?