Fast track burocrático para perfiles que ya conocen todos los atajos del sistema

En un giro que nadie vio venir (o más bien, que todos esperaban), el Congreso mexicano ha decidido acelerar el proceso de ratificación de dos ilustres personajes cuyos currículos parecen sacados de un manual de “Cómo sobrevivir al sistema sin mancharse las manos”. María del Carmen Bonilla Rodríguez, futura subsecretaria de Hacienda, ha demostrado una asombrosa habilidad para saltar entre el sector público y privado como si fueran trampolines en un club de lujo, mientras Omar Reyes Colmenares, próximo titular de la UIF, acumula más puestos policiales que un actor de telenovela acumula dramas.

Lo más conmovedor es la minuciosa documentación presentada: actas de nacimiento (para confirmar que sí son humanos), títulos universitarios (por si acaso alguien dudaba), y hasta constancias de no inhabilitación (porque en México, eso equivale a un “certificado de inocencia” más valioso que el Santo Grial). Qué alivio saber que nuestros futuros guardianes de las finanzas y el orden jamás han sido sorprendidos… al menos, no oficialmente.

Bonilla Rodríguez, experta en derivados financieros, parece haber derivado su carrera entre bancos y dependencias con la elegancia de un tiburón en un acuario de peces dorados. Mientras tanto, Reyes Colmenares ha dirigido tantas áreas policiales que uno sospecha que su verdadera especialidad es el arte de la reinvención: hoy fiscal, mañana policía, pasado mañana… ¿ministro? En este país de oportunidades, el único requisito es no quedarse estancado en un solo escándalo.

Lo mejor de todo es el “fast track” legislativo, ese eufemismo que significa “aprobemos esto antes de que alguien googleé sus nombres”. Porque, ¿para qué perder tiempo con debates si sus trayectorias hablan por sí solas? Como diría Jonathan Swift: “Cuando los nombramientos son un trámite, la democracia es un espectáculo de marionetas… y los hilos son invisibles, pero bien lubricados”.

Así que prepárense, ciudadanos: los nuevos guardianes de sus impuestos y seguridad financiera vienen con el respaldo de lo más sagrado en la política mexicana: un expediente completo y una impresionante capacidad para no dejar rastro… en el papel.