La épica odisea de navegar por la CDMX entre coladeras y discursos

En un giro digno de realismo mágico, los habitantes de San Juan de Aragón descubrieron ayer que su colonia había sido promovida —sin previo aviso— a zona lacustre premium. “¡Queremos solución!”, gritaba Gloria, vecina del lugar, mientras intentaba pescar su auto entre botellas de plástico y promesas electorales flotantes.

La calle 1519, ahora rebautizada como Canal de la Ineficiencia, ofrece paseos en balsa improvisada con llantas de campañas pasadas. El agua, mezclada con escombros de obras inconclusas, alcanza niveles filosóficos: ¿Es un charco o una metáfora de la gestión pública?

Mientras tanto, las coladeras, esas grandes tragadoras de presupuestos, exhibían su dieta habitual: bolsas de snacks gubernamentales y residuos de discursos. Equipos de Segiagua (Secretaría del Agua, antes conocida como “el departamento del tal vez”) llegaron con mangueras simbólicas y un manual de 1987 titulado Cómo no hacer nada en 10 pasos.

La cereza del pastel —o mejor dicho, la bolsa flotante del cenote— fue el anuncio de que la jefa de Gobierno, Clara Brugada, “se aproximaba en helicóptero de combate contra las nubes” tras su exitoso tour por otras zonas afectadas, donde dejó estelas de selfies y kits de supervivencia con folletos de su próximo programa social: “Aprende a nadar en 3 administraciones”.

Las lluvias, convertidas en auditorías naturales, dejaron al descubierto que las colonias más golpeadas —Cuchilla del Tesoro, Providencia y Valle de Aragón— compiten por el premio ¿Dónde quedó el drenaje?. Pero fue San Juan de Aragón VI quien se llevó el oro, demostrando que cuando se trata de inundaciones, la CDMX no escatima en igualdad de desastres.