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La informalidad laboral bate récords en medio de la parodia económica

La economía paralela alcanza una cifra récord, desnudando la precariedad del modelo laboral mientras las estadísticas oficiales celebran.

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El Gran Teatro de la Economía Nacional

En un giro digno del más absurdo teatro del esperpento, la República Mexicana ha logrado un hito monumental: albergar a 34 millones 120 mil 442 actores en la gran obra de la economía informal, una cifra tan colosal que hasta los censores del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) ruborizaron sus ábacos.

Mientras el empleo formal se desplomaba con la elegancia de un acróbata ebrio —perdiendo 757 mil plazas con la precisión de un plan económico diseñado por un pulpo en un garaje—, la informalidad creció un 3.75%, como si se tratara de una enredadera venenosa estrangulando el jardín de la economía正规.

Los sabios analistas de Banco Base, aquellos oráculos modernos, han declarado con solemnidad que este fenómeno no es un problema, sino una estrategia nacional de flexibilidad laboral. ¿Para qué deseamos empleos con seguridad social, prestaciones y horarios fijos cuando podemos tener la emocionante incertidumbre de vender chicharrones en una banqueta?

La Tasa de Informalidad Laboral alcanzó el 56.12% de la población ocupada, una cifra sólo superada por el mítico diciembre de 2021, cuando el espíritu navideño nos bendijo con un 56.49%. ¡Qué progreso! Estamos a apenas 0.37 puntos de batir nuestro propio récord de precariedad glorificada.

Y mientras tanto, la Tasa de Desocupación bajó a un 2.56%. Claro, ¿para qué vas a estar desocupado si puedes estar subocupado, mal pagado y sin contrato? Es el milagro mexicano: todos tenemos trabajo, aunque ese trabajo consista en vender calcetines en el semáforo.

Este es el nuevo paradigma: un país donde la informalidad no es un fracaso del sistema, sino su máxima expresión creativa. Donde el emprendedor informal es el verdadero héroe nacional, desafiando impuestos, regulaciones y hasta la gravedad económica con su puesto de tamales improvisado.

Celebremos, pues, este récord histórico. Mientras el empleo formal se contrae como un glaciar en el desierto, la economía informal florece como un hongo venenoso después de la lluvia. ¡Larga vida al México informal, donde todos tenemos trabajo… aunque ese trabajo no exista en ningún registro!

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