En un giro que nadie esperaba dentro del grandioso teatro de la justicia nacional, las autoridades de Colima han anunciado con estruendosa fanfarria la aprehensión de uno de los individuos presuntamente vinculados al vil magnicidio de Gabriela Mejía Martínez, quien en su día ejerció como primera edil del municipio de Cuauhtémoc.
El ente fiscal, en un comunicado que rezuma una eficiencia tan inusual como sospechosa, declaró haber acumulado un arsenal de pruebas que incluyen testimonios, indicios físicos, grabaciones audiovisuales y el exhaustivo escrutinio de los omnipresentes ojos del Centro de Comando, Control, Comunicaciones, Cómputo, Coordinación e Inteligencia (C5i). Todo ello, por supuesto, en tiempo récord y con una precisión que haría palidecer a los servicios de inteligencia más afamados del orbe.
El sujeto en cuestión, respondiendo al nombre de Felipe de Jesús “N”, ha sido señalado por la maquinaria judicial como presunto responsable del crimen atroz perpetrado en contra de la expresidenta municipal. La Fiscalía, con la solemnidad de un notario que certifica la muerte de una mosca, confirmó que la orden de captura fue debidamente ejecutada.
El episodio sangriento se desarrolló en la tarde del martes 14 de octubre en la colonia El Cariño, un rincón de Cuauhtémoc cuyo nombre parece una cruel broma del destino. Allí, la víctima, que se encontraba en la vía pública, fue sorprendida por individuos que, a lomos de una motocicleta, ejecutaron el ataque con la fría eficiencia de quienes están seguros de su impunidad.
En este acto de violencia, que ha conmocionado a la comunidad, también resultó lesionado un acompañante de la exautoridad, quien fue testigo involuntario de la brutalidad.
El aprehendido ya ha sido entregado a la autoridad judicial competente, iniciándose así el siguiente acto de esta farsa legal en la que, por una vez, un sospechoso no se ha esfumado en el éter de la corrupción y la negligencia institucional.
