Los recaudadores del caos enseñan lección de economía vial

Los recaudadores del caos enseñan lección de economía vial

En un sublime acto de pedagogía fiscal sobre asfalto, los ilustres contadores del erario público culminaron su jornada de enseñanza cívica tras siete horas de ilustrativa protesta. Con precisión burocrática, desbloquearon arterias viales secundarias mientras mantenían estrangulada la aorta financiera nacional: el sagrado Paseo de la Reforma.

Los arquitectos de nuestras contribuciones, en un arrebato de ironía monumental, demostraron que pueden regular el flujo tanto de capitales como de automóviles con igual maestría. Mientras liberaban circuitos periféricos con calculada mesura, sostuvieron el cerco económico simbólico en el corazón del poder, enseñándonos que algunas lecciones merecen ser aprendidas en medio del tráfico paralizado.

El Metrobús, víctima colateral de esta lección de economía aplicada, vio cómo su Línea 7 se convertía en un museo de la inmovilidad. Los ciudadanos, ahora estudiantes forzosos de esta cátedra de desobediencia civil, emprendieron peregrinaciones a pie entre estaciones fantasmas, redescubriendo el placer primitivo de la caminata urbana.

La Secretaría de Seguridad Ciudadana, en un papel que oscilaba entre mediador y espectador, presenció cómo los sabios recaudadores levantaban bloqueos menores como quien concede migajas, mientras conservaban el núcleo de su protesta con obstinación contable.

En el epílogo de esta obra teatral burocrática, los manifestantes permanecen firmes en su bastión estratégico, exigiendo dignidad salarial mientras nos recuerdan que, en el gran teatro de lo absurdo, quienes controlan los impuestos controlan también el ritmo de la ciudad.

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