Sheinbaum analiza el perfil real tras los bloqueos en carreteras

La complejidad detrás de las movilizaciones en las vías

Tras años observando la dinámica social en nuestro país, he aprendido que en las protestas en carreteras rara vez existe una homogeneidad en los participantes. La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha puesto el dedo en una llaga que conocen bien quienes hemos mediado conflictos: no todos quienes se movilizan son estrictamente campesinos. Es una lección de realismo político. He visto cómo en un mismo bloqueo convergen productores genuinos, integrantes de organizaciones con agendas específicas, y a veces, actores que buscan capitalizar el descontento. El anuncio de reanudar los cierres de vías federales y estatales por parte de algunos frentes exige, precisamente, este discernimiento.

El diálogo constante, un antídoto imperfecto pero necesario

Sheinbaum mencionó que el diálogo a través de la Secretaría de Gobernación permanece abierto, y desde mi experiencia, esa es la única herramienta que, a la larga, previene la escalada. He participado en mesas donde la frustración es palpable, pero también donde se logran acuerdos tangibles. La mandataria señaló que es “muy poca gente” la que insiste en las acciones de presión, y ese es un dato crucial. A menudo, la persistencia de los bloqueos responde más a la dinámica interna de pequeños grupos que a un descontento masivo del sector. Sin embargo, subestimar esa “poca gente” puede ser un error costoso, como he visto en conflictos pasados.

El apoyo al campo: entre la voluntad y la limitación práctica

Cuando Sheinbaum afirma que se apoya al campo “hasta donde se puede”, refleja una tensión que he vivido en primera persona: la brecha entre las demandas legítimas y la capacidad fiscal y normativa del Estado. Los programas como Alimentación para el Bienestar son vitales, especialmente con los bajos precios de granos como el maíz y el trigo. Pero la sabiduría práctica te enseña que estos apoyos, aunque bienintencionados, a menudo llegan tarde o no calzan con la urgencia del ciclo agrícola. Los productores con los que he conversado durante décadas no piden caridad, piden viabilidad. Reconocer, como hizo la presidenta, que hay planteamientos complejos por limitaciones presupuestales y normativas, es un acto de honestidad que sienta las bases para una negociación realista.

El costo real de cerrar una carretera

Finalmente, su afirmación de que “no hay razón ninguna” para afectar a la ciudadanía toca el punto ético más delicado. He visto comunidades enteras aisladas y cadenas de suministro fracturadas por un bloqueo. Si bien el derecho a la protesta es sagrado, su ejercicio en las vías de comunicación es un arma de doble filo que puede erosionar el apoyo social hacia la propia causa. Las organizaciones como el Frente Nacional para el Rescate del Campo Mexicano deben sopesar, con la frialdad que da la experiencia, si el daño colateral a la economía y a otros ciudadanos justifica la presión ejercida, especialmente en temporada vacional. La historia nos muestra que las protestas más efectivas son aquellas que logran empatía, no las que generan resentimiento.

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