Una visita de fondo, no de forma
En mis años observando la gestión pública, he aprendido que la verdad de un sistema de salud no está en los informes, sino en las farmacias de sus hospitales. Por eso, cuando la presidenta Claudia Sheinbaum realizó una visita sorpresa al Hospital Regional No. 2 del IMSS en Ciudad Juárez, reconocí de inmediato una táctica que solo entiende quien ha pateado el terreno: la supervisión sin aviso es la única que captura la realidad cruda. El objetivo era claro y medular: evaluar personalmente el abastecimiento de medicamentos y conversar con el personal de la farmacia hospitalaria, esos profesionales que cargan diariamente con el peso de la frustración de los pacientes.
El diálogo directo con la primera línea
Compartió en sus redes sociales imágenes del encuentro con médicos, enfermeras y trabajadores administrativos. “Caí de sorpresa… para conocer el abasto de la farmacia; conversamos con las y los encargados. Vamos cada día mejorando la entrega”, escribió. Esta frase, más que un eslogan, refleja una lección duramente aprendida: ningún plan de mejora logística funciona si no se escucha a quienes operan el último eslabón de la cadena. He visto muchos programas bienintencionados fracasar por diseñarse desde un escritorio, ajenos a las limitaciones de almacén o a la burocracia interna que paraliza todo.
Una estrategia con múltiples frentes
Esta visita no es un acto aislado. Se enmarca en una estrategia integral para robustecer el sistema público de salud, donde el acceso oportuno a los fármacos es la piedra de toque. La experiencia me ha mostrado que un desabasto no es un problema único, sino un síntoma de fallas en compras, distribución y, a menudo, en la rendición de cuentas. Por ello, Sheinbaum ha impulsado dos vías paralelas: la expansión de las Farmacias del Bienestar para llegar a comunidades vulnerables, y una revisión profunda de la cadena de suministro en IMSS, ISSSTE e IMSS-Bienestar, con un énfasis declarado en la transparencia y la planificación centralizada.
La aplicación de consecuencias: una señal necesaria
Aquí es donde el discurso se enfrenta a la práctica. El pasado 12 de noviembre, la mandataria informó que varias farmacéuticas están sujetas a procedimientos administrativos que las excluirán de la próxima licitación por incumplir contratos. Esto viene tras un ultimátum dado en septiembre a 32 empresas rezagadas. Permitirme una reflexión: en este campo, la credibilidad se ganta aplicando consecuencias. Por años, he visto cómo la impunidad en las entregas a cuentagotas corroía la confianza. Que la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno inicie procedimientos sancionatorios es un mensaje técnico, pero también político, de que hay nuevos criterios.
La deuda pendiente de la transparencia
Sin embargo, la sabiduría práctica también enseña a medir los resultados. A la fecha, tras 74 días de que se anunciara la publicación de los nombres de las empresas incumplidoras, esta lista no se ha hecho pública. Este punto es crucial. La transparencia no es solo un principio; es una herramienta disuasoria y correctiva. Para que el sistema sane, la ciudadanía y el propio sector deben conocer quiénes fallaron. Es la única forma de romper con los rezagos históricos y construir una logística de medicamentos que, de verdad, no deje a nadie atrás. La supervisión en Juárez es un paso firme, pero el camino lo marcará la consistencia en la rendición de cuentas.
















