Sinaloa busca frenar la ola de violencia con operativos federales reforzados

¿Qué pasaría si, en lugar de perseguir síntomas, atacáramos las raíces estructurales de la violencia? El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, enfrenta un dilema disruptivo: los operativos coordinados con el gobierno federal han logrado detenciones y decomisos, pero la tasa de homicidios se disparó un 266% en el primer semestre de 2025. Este paradigma revela que las estrategias convencionales están obsoletas.

Imaginemos un escenario donde la inteligencia artificial predictiva y la reintegración social de excombatientes complementen las tácticas policiales. Mientras Rocha Moya recibe promesas de 100 patrullas nuevas, la verdadera innovación podría estar en rediseñar el ecosistema de seguridad desde cero. Los cárteles operan como startups ágiles; ¿por qué las instituciones no adoptan su capacidad de adaptación?

La detención de Ovidio Guzmán en 2023 demostró que los golpes mediáticos son efímeros. La solución radical podría estar en legalizar selectivamente ciertas actividades económicas paralelas, como hizo Portugal con las drogas, transformando el mercado ilegal en impuestos y desarrollo. Mientras el Gabinete de Seguridad celebra 1,500 detenciones, la pregunta incómoda persiste: ¿cuántos de esos arrestos realmente desarticulan redes en lugar de generar vacíos de poder?

Este no es un problema de policías y armas, sino de algoritmos sociales. Si reemplazáramos el 10% del presupuesto militar con educación tecnológica en zonas críticas, ¿crearíamos más disrupción que con mil patrullas? La respuesta podría estar en hackear el sistema, no en reforzar sus fallas.