A casi un mes de sufrir la devastadora pérdida de sus cuatro hijos, Sarahí García enfrenta no solo el insondable dolor de la ausencia, sino también el cruel escrutinio público y el acoso cibernético, que agravan su ya frágil estado emocional.
El 11 de abril pasado, Sarahí salió de su hogar en el fraccionamiento Puerta Grande de Reynosa, como cualquier madre, para comprar pizza para alimentar a sus cuatro pequeños, cuyas edades oscilaban entre los 11 y los dos años. Trágicamente, un incendio devastador estalló en su vivienda mientras los dejaba temporalmente solos, cobrándose la vida de los niños.
Desde entonces, Sarahí ha debido soportar el peso abrumador del remordimiento y el odio que algunos vertieron sobre ella en las redes sociales, culpándola por la tragedia. Su esposo, quien trabaja como trailero, a menudo debe ausentarse de la ciudad por razones laborales, dejándola sola para enfrentar su dolor y su llanto.
Los efectos del estrés y la depresión son visibles en el cuerpo de Sarahí, que clama por ayuda emocional para superar la crisis que la consume. En medio de este oscuro capítulo de su vida, su única súplica es que Dios le conceda la fortaleza necesaria para sobrellevar este inmenso sufrimiento.
El caso de Sarahí García es un recordatorio desgarrador de los impactos devastadores del estrés, la depresión y el escrutinio público en la salud mental de las personas, y subraya la urgente necesidad de compasión y apoyo en momentos de desesperación.
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