X colapsa otra vez y deja a usuarios en el purgatorio cibernético

En un giro que nadie anticipó (mentira, todos lo vieron venir), la otrora plataforma del pajarito azul, ahora rebautizada como X bajo el reinado del emperador tecnológico Elon Musk, decidió que sus usuarios merecían un retiro espiritual digital. Desde primeras horas del 23 de mayo, los ciudadanos del ciberespacio se encontraron con que su dosis diaria de indignación y memes estaba en cuarentena.

Los problemas técnicos, que según los expertos son tan frecuentes como los cambios de humor de un adolescente, incluyeron desde errores crípticos dignos del oráculo de Delfos hasta pantallas de carga eternas que podrían usarse como método de tortura en Guantánamo. Downdetector, el termómetro del descontento digital, registró un 70% de almas perdidas intentando iniciar sesión y un 18% contemplando el vacío existencial mientras esperaban que cargara el timeline.

Lo más irónico es que este apagón digital ocurre justo cuando Musk prometía que X sería la utopía de la libertad de expresión (siempre y cuando esa libertad no critique al dueño). Ayer fue un ensayo general, hoy es la función principal, y mañana… quién sabe, quizá descubramos que todo era un performance artístico sobre la fragilidad de las redes sociales en manos de billonarios caprichosos.

Mientras tanto, los adictos al scroll compulsivo deambulan por Internet como zombis, preguntándose cómo diablos van a compartir sus opiniones no solicitadas o sus selfies con filtro. El síndrome de abstinencia digital es real, y su cura parece depender de los caprichos del algoritmo y los humores del magnate.