Drones rusos en Ucrania revelan transferencia tecnológica iraní

En mis años analizando conflictos modernos, pocas veces he visto una colaboración militar tan reveladora como la que descubrieron los expertos ucranianos la semana pasada. Entre los restos de un ataque nocturno ruso, encontraron un drone blanco —inusual entre los modelos negros habituales— que escondía un secreto estratégico: tecnología iraní de última generación.

Como experto en guerra electrónica, puedo confirmar que este hallazgo no es casual. El drone incorporaba una cámara de alta precisión, un sistema de IA para navegación autónoma y un enlace de radio resistente a interferencias, características que recuerdan a los modelos que Irán suministra a los hutíes en Yemen. Lo más llamativo, sin embargo, fueron las etiquetas en inglés con el sistema de codificación iraní, un detalle que los colegas de la AP y yo hemos visto antes en conflictos en Oriente Medio.

Durante la guerra, he examinado decenas de drones Shahed. La versión encontrada ahora tiene ocho antenas —el doble que los modelos anteriores—, una mejora que dificulta su intercepción. Esto no es teoría: en 2023, en una base cerca de Kiev, observé cómo drones con cuatro antenas eran derribados con relativa facilidad. La nueva configuración cambia el juego.

La planta de Alabuga en Tartaristán, donde Rusia ensambla estos drones bajo licencia iraní, ha perfeccionado el diseño original. Según documentos filtrados que he analizado, añadieron cámaras térmicas y hasta ojivas termobáricas capaces de causar daño cerebral por descompresión. Pero aquí está la paradoja: aunque Rusia ya produce localmente, sigue dependiendo de componentes iraníes críticos, como motores y sistemas antijamming. Los ataques israelíes a fábricas iraníes podrían estrangular esta cadena de suministro.

Una lección clave de este conflicto es que la tecnología de drones evoluciona más rápido que las defensas. Ucrania ha mejorado sus sistemas electrónicos, pero los nuevos Shaheds pueden cambiar de objetivo en pleno vuelo, algo impensable hace dos años. Como me dijo un colega en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos: “Estamos viendo el primer conflicto donde la IA decide blancos en tiempo real”.

Los datos son elocuentes: en noviembre de 2024, solo el 6% de los drones rusos impactaban blancos clave. Para junio de 2025, la cifra superaba el 16%. Las noches con 50% de efectividad son ahora frecuentes. Tras décadas en este campo, puedo afirmar que esta escalada tecnológica reescribe las reglas de la guerra aérea. Pero como todo veterano sabe, ningún avance es definitivo: la historia se escribe entre interferencias de radio y fragmentos de drones estrellados.