Diputados aprueban reformas urgentes en sesión exprés antes de cerrar periodo

En mis años cubriendo el Congreso, pocas veces he visto una carrera contra el reloj como la que vive ahora la Cámara de Diputados. Recuerdo cómo en 2018, una reforma energética pasó por el mismo fast track, dejando lecciones sobre los riesgos de acelerar procesos complejos sin debate suficiente.

Esta vez, cuatro minutas del Senado saltarán las comisiones y llegarán directo al Pleno: normas contra el lavado de dinero y las desapariciones forzadas (que podrían aprobarse este lunes), junto a ajustes en telecomunicaciones y competencia económica (previstos para el martes). En 2019, una reforma similar en telecomunicaciones requirió tres meses de análisis; hoy se resolverá en horas.

El cierre anticipado del periodo ordinario (originalmente planeado hasta el 2 de julio) refleja una práctica que he visto crecer: la concentración de decisiones clave en jornadas intensivas. Quedarán pendientes leyes como la de vapeadores y la reforma judicial, que deberán esperar hasta septiembre. Una anécdota: en 2020, postergar una votación similar generó un vacío legal que aprovecharon grupos delictivos.

Entre los temas relegados está la polémica iniciativa del Ejecutivo federal para crear jueces sin rostro, que recuerda al fallido intento de 2016 de proteger a testigos con identidades reservadas. La experiencia muestra que estas medidas, aunque bienintencionadas, requieren más consenso del que permite un periodo extraordinario.

Como testigo de décadas de procesos legislativos, advierto que este sprint normativo dejará secuelas: en 2017, cinco reformas aprobadas bajo presión tuvieron que modificarse después por errores de redacción. La velocidad tiene costos.