La muerte de una reina de belleza y el circo mediático que la rodea

El mundo de los concursos de coronas de plástico y sonrisas forzadas se ha sumido en un duelo tan profundo como el maquillaje de sus participantes. La trágica muerte de Kseniya Alexandrova, ex Miss Rusia 2017, ha dejado un vacío en el universo (el de los certámenes, claro, no en el real).

La joven, víctima de un encuentro fortuito entre un automóvil y un alce en las carreteras de Tver, demostró que ni siquiera los títulos de belleza protegen contra las leyes de la física. Tras semanas en cuidados intensivos, donde seguramente fue la paciente mejor peinada, su luz se apagó. Pero no teman, porque su legado de sonrisas fotogénicas y poses estudiadas perdurará eternamente en Instagram.

Lo más irónico de todo es que, mientras la industria de la belleza llora su pérdida con mensajes cursis y hashtags, nadie cuestiona por qué un alce tenía más derecho a cruzar la carretera que un coche a frenar. Pero, ¿quién necesita reflexionar sobre seguridad vial cuando puedes publicar un “¡Descansa en paz, reina!” con filtro de flores?

Kseniya no solo era una modelo, sino también una licenciada en Finanzas y Psicología, lo que demuestra que incluso las mentes brillantes pueden caer en la trampa de creer que un título de Miss Universo vale más que un Nobel. Su vida fue un constante esfuerzo por demostrar que podía ser más que un rostro bonito, hasta que un alce decidió que su historia terminara en tragedia.

La organización de Miss Universo, siempre atenta a las oportunidades de relaciones públicas, no perdió tiempo en publicar un comunicado lleno de clichés y empatía de cartón. Porque, al final, ¿qué mejor manera de honrar a una mujer inteligente y talentosa que reduciéndola a un recuerdo de pasarela?

Así que brindemos, no por Kseniya, la persona, sino por Kseniya, el producto mediático. Porque en este mundo absurdo, incluso la muerte debe ser instagrameable.