La liturgia del glamour en el altar de la moda

El Sacrificio Ritual en el Templo de la Sastrería Carísima

En un despliegue de devoción que conmueve a las masas, la sacerdotisa del pop mexicano, Belinda, y el sumo pontífice del deporte convertido en icono de la mercadotecnia, David Beckham</strong, celebraron una misa laica en el sagrado recinto de la Semana de la Moda de Milán. El evento, un desfile de la firma Hugo Boss, fue el escenario perfecto para que dos de las más brillantes estrellas del firmamento capitalista realizaran el ritual ancestral de posar semi abrazados frente a las cámaras, un sacrificio moderno que asegura la fertilidad de los algoritmos y la perpetuación de su relevancia.

La ceremonia, documentada minuciosamente en los papiros digitales de Instagram, mostró a la cantante ataviada con las vestiduras proféticas de la nueva colección: unos pantalones baggy que parecían diseñados para esconder el lastre de la realidad y una corbata satinada que simboliza la elegancia con la que se ata el yugo de la vanidad. Por su lado, Beckham, siempre fiel a su papel de druida de la sofisticación, lució un outfit totalmente negro, apropiado para un funeral de la originalidad, compuesto por un saco y un suéter de cuello de tortuga que estrangulan cualquier atisbo de pensamiento crítico.

El momento cumbre de esta epifanía fue la proclamación pública de la sacerdotisa: “Conocí a nuestro ídolo!… para que papá me tenga mucha envidia!”. He aquí la esencia pura de la doctrina contemporánea: la búsqueda de la validación a través de la envidia ajena, un mandamiento sagrado en la era de las redes sociales. Mientras tanto, en algún lugar del mundo, un ciudadano común quizá se pregunta cómo pagar el recibo de la luz, una cuestión trivial comparada con la trascendental noticia de que dos millonarios sonrieron para una foto en una ciudad famosa por sus precios exorbitantes.

Así funciona la maquinaria del espectáculo, transformando un encuentro mundano en un momento comentado, un destello de banalidad que ilumina por un segundo la oscuridad de problemas más urgentes. Una elegante y moderna distracción en forma de sastre beige y corbata de seda.

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