La cifra récord de homicidios que oculta una realidad compleja

¿Una victoria estadística o un espejismo en la guerra contra el crimen?

El más reciente Informe Diario de Seguridad, presentado ayer en el seno del Gabinete de Seguridad del Gobierno federal, arrojó un dato que ha sido calificado como histórico: únicamente 37 víctimas de homicidio doloso en todo el territorio nacional. Esta cifra, en efecto, supera por un caso el mínimo anterior de 38, registrado en julio. Pero, ¿qué hay detrás de este número? ¿Se trata de un punto de inflexión genuino o de un oasis estadístico en un desierto de violencia?

Nuestra investigación revela un contraste desgarrador. Mientras se anuncia este récord, la memoria reciente nos remite a marzo de este mismo 2025, cuando la confrontación interna en Sinaloa impulsó la cifra a un pico de 84 asesinatos en un solo día. Un episodio de sangre que se repitió en junio, con 79 víctimas en una jornada. La pregunta obligada es: ¿la disminución de un día refleja una tendencia o simplemente la calma momentánea de los grupos delictivos?

Al analizar los promedios mensuales, la narrativa se complica. Agosto pasado registró el promedio diario más bajo del sexenio, con 52.7 asesinatos al día. Sin embargo, este dato palidece ante la crudeza de noviembre, que se mantiene como el mes más violento hasta ahora, con un promedio de 74.4 homicidios diarios. Las fuentes oficiales consultadas para este reportaje advierten que las cifras son preliminares y están sujetas a ajustes por las investigaciones ministeriales en los estados. ¿Podría el número final ser incluso mayor?

La persistencia de la violencia estatal parece dar la respuesta. El mismo día del anuncio del récord, Guanajuato reportó seis personas asesinadas. Entre estos crímenes, uno resuena con especial fuerza: la muerte de un trabajador de la Fiscalía estatal, un mensaje claro de impunidad. Además, el hallazgo de dos cuerpos con signos de tortura en una carretera de Pénjamo habla de una brutalidad que las estadísticas agregadas no logran capturar.

La geografía del crimen organizado se mantiene activa. Nuestro recorrido por los reportes de inteligencia señala que los episodios de violencia vinculados a disputas criminales no han cesado en Sinaloa, Tabasco, Guerrero, Michoacán y el Estado de México. Los conflictos entre facciones del Cártel de Sinaloa (“La Mayiza” y “La Chapiza”), la guerra entre Los Ardillos y La Familia Michoacana, y las pugnas entre el CJNG y el Cartel de Santa Rosa de Lima continúan cobrando vidas.

La conclusión de esta investigación periodística es clara: la marca de 37 homicidios en un día, aunque técnicamente es la más baja registrada desde el inicio del sexenio, no debe leerse como una victoria. Es, en el mejor de los casos, un respiro. Un dato que, sin una estrategia de seguridad integral y sostenible, corre el riesgo de quedar como una simple anécdota en la crónica de una guerra que México aún no gana.

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