Permítanme compartir una lección que el tiempo me ha enseñado: en la industria del espectáculo, la verdadera recompensa no siempre es el trofeo inmediato, sino la puerta que se abre cuando nadie está mirando. Abelito lo entendió a la perfección. Rechazó la oferta de su ahora compadre, Aldo de Nigris, de compartir el primer lugar de “La casa de los famógicos México”, movido por una corazonada que solo la experiencia te da. Lo que él no reveló en ese instante es que, fuera de las cámaras, ya tenía asegurado un nuevo y emocionante proyecto: su debut actoral en “El tenorio cómico”.
“Este proyecto representa un desafío muy personal y estoy tremendamente ilusionado”, confesó el artista. “Me enteré justo al salir del concurso que tenía trabajo asegurado, pero fue gracias a la visión de mis mánagers. En este negocio, he aprendido que los buenos representantes son aquellos que, mientras caminas el camino, ven la oportunidad y la aprovechan al instante. En mi caso, salí con esta oportunidad bajo el brazo y ahora comenzaremos a trabajar intensamente para ver cómo se desarrolla”.
He visto a muchos talentos pasar por este camino, y los más sabios son aquellos que, como Abelito, utilizan su tiempo en un escenario masivo como una incubadora de conexiones. Durante sus últimos días en el reality de Televisa Univisión, el joven se acercó de manera estratégica a Dalilah Polanco y a José Luis Rodríguez, “El Guana”, para absorber conocimiento sobre el oficio teatral. Reveló una verdad que muchos ignoran: la semilla de la actuación la llevaba dentro desde la niñez, con el anhelo constante de incursionar en el mundo del cine y las series.
“Siempre he sabido, y los veteranos con los que he hablado lo confirman, que el teatro es el cimiento fundamental para cualquier carrera actorial”, reflexionó Abelito con una perspicacia que denota madurez. “Yo demostré mi admiración por las tablas por todo lo que escuché sobre la autenticidad de las emociones en el escenario. Quería venir a verlo como espectador, pero la vida te da giros inesperados. Ahora que me dicen que no voy a observar, sino a interpretar, me coloca en el otro lado del tablero. Es un desafío que acepto con respeto y una enorme pasión”.