Blake Lively declara en el juicio por acoso contra Justin Baldoni

En un giro digno de un guion de telenovela corporativa, la actriz Blake Lively se prepara para protagonizar su papel más dramático fuera de pantalla: testigo estrella en el juicio contra su ex colega y director, Justin Baldoni. El tribunal de Hollywood, ese circo donde la justicia usa maquillaje de alta definición, tendrá su gran estreno en marzo de 2026.

Según reveló su abogado, Mike Gottlieb, en exclusiva para PEOPLE (porque en estos casos siempre hay que alimentar a la bestia mediática), la intérprete de 37 años subirá al estrado para “contar su verdad”, como si la justicia fuera un talk show de tarde. “El momento decisivo es el juicio”, declaró Gottlieb con la solemnidad de un presentador de Oscar, omitiendo mencionar que en este reality legal, las pruebas documentales y los testimonios compiten por el rating.

El caso, que ya tiene más capítulos que una temporada de Succession, se remonta a diciembre de 2024, cuando Lively acusó a Baldoni de orquestar una “campaña de desprestigio” digna de un villano de Shakespeare… si Shakespeare hubiera escrito guiones para Netflix. El director, por su parte, niega las acusaciones y contraataca con una demanda por difamación que parece sacada de una subasta de ego: 400 millones de dólares, con Ryan Reynolds y la publicista de Lively como extras de lujo.

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Lo más hilarante del espectáculo es el intento del equipo de Baldoni por convertir el juicio en un All-Star Game legal, mencionando posibles testimonios de Taylor Swift y Hugh Jackman. “No se puede citar a gente por ser famosa”, espetó Gottlieb, olvidando que, en Hollywood, eso es exactamente cómo funcionan el 90% de las fiestas de premiación.

Mientras tanto, el New York Times también se suma al reparto, demandado por Baldoni por dañar su reputación. El periódico, en un giro inesperado, promete defender su artículo como si fuera la Primera Enmienda en persona. Todo esto mientras la industria del cine sigue fingiendo sorpresa, como si los sets de rodaje no fueran el último vestigio del Salvaje Oeste con cámaras de 4K.

En resumen: bienvenidos al juicio del siglo, donde la justicia es solo otro género cinematográfico y los abogados, los nuevos guionistas. ¿Quién necesita ficción cuando la realidad es tan absurdamente rentable?

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