El hijo de Paulina Rubio protagoniza un absurdo legal en España

En un giro digno de telenovela barata, Andrea Nicolás, el vástago adolescente de Paulina Rubio y su ex, el enigmáticamente apodado “Colate”, fue interceptado en el aeropuerto de Madrid como si fuera un peligroso contrabando de emociones no resueltas. Las autoridades, confundidas ante un menor viajando sin escolta real (o al menos un séquito acorde a su linaje estelar), lo retuvieron para interrogarlo con la intensidad de un thriller de espionaje: “¿De quién es hijo?”, “¿Es español o solo un turista de dramas familiares?”

Mientras tanto, Paulina, la diva que convierte las órdenes judiciales en sugerencias opcionales, brillaba por su ausencia tanto en España como en su propia audiencia en Miami. Su excusa sigue siendo más esquiva que su cumplimiento de las sentencias. Por su parte, “Colate”, el padre que ahora juega al héroe rescátor, alega que el campamento de verano en Burgos es la clave para la sanidad mental del chico. Curiosa terapia, considerando que el verdadero trauma podría ser tener que explicar esta saga en futuras sesiones de psicoanálisis.

La cereza del pastel: una jueza en Miami, en un arranque de lucidez o cansancio extremo, le otorgó a “Colate” la custodia temporal, permitiendo que Andrea disfrutara de dos meses lejos del reality show materno. Ironías de la vida: el menor fue detenido no por cruzar fronteras, sino por carecer del accesorio más básico en la jet-set: un adulto responsable.

Así, entre órdenes incumplidas, campamentos terapéuticos cuestionables y un sistema legal que parece escrito por un guionista de culebrón, la batalla por la custodia se convierte en un espectáculo donde el único perdedor claro es el sentido común.