Kanye West revela su batalla sin medicación en nuevo documental

El polémico genio musical Kanye West ha sacudido al mundo al confesar que lleva cinco meses sin tratamiento médico, revelación que aparece en el avance de su documental “In Whose Name?”, donde se escucha a Kim Kardashian romper en llanto ante los turbulentos momentos de su relación.

El material audiovisual, lanzado recientemente, captura instantes de alta intensidad emocional. West, diagnosticado inicialmente con trastorno bipolar, desafía ahora ese veredicto al sugerir que podría tratarse de autismo, según observaciones de su actual esposa, Bianca Censori. El artista no solo rechaza las etiquetas médicas, sino también los fármacos: “Prefiero la muerte a la medicación”, declara rotundamente.

Uno de los fragmentos más conmovedores muestra a Kim intentando razonar con él: “Tu esencia era distinta antes”, susurra, mientras Ye estalla: “¡Nunca pronostiques mi ruina!”. La tensión escalda la pantalla cuando él interrumpe: “¡No hay peros que valgan!”.

El tráiler entreteje escenas de su controvertida campaña presidencial, los místicos Sunday Service, y confesiones desgarradoras: “Casi arrebato la vida a mi hijo”. West redefine su condición como un superpoder creativo: “Ser artista y bipolar significa que hasta tu caos es arte”.

Dirigido por Nicolas Ballesteros tras seis años de filmación, el documental promete develar capítulos inéditos de la vida del ícono. La expareja, padres de cuatro menores, sigue librando batallas legales por custodia y exposición pública de los niños.

¿Diagnóstico erróneo? West relata cómo Censori detectó matices compatibles con TEA (Trastorno del Espectro Autista), cuestionando el bipolaridad: “Ella notó patrones distintos”. Su lucha con actividades cotidianas -desde finanzas hasta redes sociales- pinta un retrato crudo de cómo los neurodivergentes navegan un mundo no diseñado para ellos.

Mientras el trastorno bipolar oscila entre euforia y depresión, el autismo configura percepciones únicas de la realidad. Este documental no solo expone la fragilidad humana detrás del mito, sino que invita a repensar cómo la sociedad etiqueta las mentes extraordinarias.