La fama digital cobra otra víctima con un reto mortal en TikTok

En este circo digital donde la moneda de cambio son los seguidores y el aplauso efímero de desconocidos, Renna O’Rourke, una estrella fugaz de 19 años, se extinguió tras inhalar el elixir moderno de la estupidez: un aerosol para limpiar teclados. Así es, damas y caballeros, en la gran feria del siglo XXI, donde la fama se mide en reproducciones, hasta el veneno puede ser trending topic.

El “dusting”, llamado así por su capacidad de convertir pulmones en pisapapeles, es el último grito en la pasarela de los desafíos estúpidos. No contentos con bailes ridículos o dietas de borregos, los adictos a la validación digital ahora aspiran literalmente su propia desgracia. ¿El premio? Un puñado de corazones virtuales y, si la suerte acompaña, una necrológica viral.

Mientras el padre de Renna escribía su epitafio en Facebook —red social que nuestros abuelos usan para quejarse de la juventud—, miles de adolescentes seguían subiendo videos del “reto” que acabó con su vida. Ironías del algoritmo: la misma plataforma que premia la temeridad con visibilidad, ahora muestra anuncios de prevención entre los clips de adolescentes intoxicándose.

Los expertos, esos seres mitológicos que nadie escucha hasta que el cuerpo sale por la puerta, advierten sobre el difluoroetano: sustancia tan sofisticada que puede detener tu corazón mientras aceleras tus metas de engagement. Pero ¿quién necesita oxígeno cuando tienes 15 segundos de gloria? En el museo de las tragedias evitables, este caso brilla con luz propia… igual que la pantalla del móvil que iluminó el rostro de Renna en sus últimos segundos de conciencia.

Así funciona la economía de la atención: vidas truncadas a cambio de vistas, órganos dañados por seguidores, y padres escribiendo obituarios en la misma red donde otros suben el próximo reto mortal. Bienvenidos al espectáculo, donde cada like es un aplauso y cada muerte, un recordatorio fugaz antes del siguiente video.