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Internacional

El arte de recortar presupuestos mientras el mundo arde

Mientras el Congreso debate recortes millonarios, la eficiencia gubernamental se mide en dólares, no en vidas.

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El arte de recortar presupuestos mientras el mundo arde

El líder de la mayoría del Senado, John Thune, republicano por Dakota del Sur, explica cómo salvar al mundo recortando su financiamiento.

En un giro irónico digno de una distopía orwelliana, los senadores republicanos debaten con fervor cómo desmantelar 9.400 millones de dólares en gastos previamente aprobados, porque, según el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), nada es más eficiente que dejar morir de hambre a los pobres y silenciar a los medios públicos.

El magnánimo líder de la mayoría, John Thune, asegura que solo buscan cambios modestos, como reducir en un 99% los programas contra la hambruna y reemplazarlos con un folleto titulado «Cómo cultivar esperanza en tierras áridas». Mientras tanto, el presidente Trump amenaza con retirar su apoyo eterno a cualquier republicano que ose cuestionar su sagrada cruzada contra la radiodifusión pública.

Los demócratas, por su parte, fingen indignación, aunque todos saben que su oposición es tan útil como un paraguas en un huracán. El senador Angus King, independiente que vota con los demócratas cuando no está ocupado buscando su sombra, advierte que esto destruye el proceso de asignaciones. Lo que no dice es que ese proceso murió hace años, enterrado bajo montañas de lobby y cheques de campaña.

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Mientras tanto, la Corporación para la Radiodifusión Pública (CPB) tiembla ante la posibilidad de perder el 70% de su financiamiento, lo que dejaría a miles de estaciones locales tan mudas como un político en un debate incómodo. Pero no teman, ciudadanos: el senador Mike Rounds ya encontró la solución mágica: reasignar fondos del Green New Deal, porque ¿qué mejor uso para el dinero destinado a salvar el planeta que financiar programas de radio que nadie escucha?

En el clímax de esta tragicomedia burocrática, la Casa Blanca amenaza con represalias a los disidentes, porque en la política moderna, la lealtad se mide en dólares recortados, no en vidas salvadas. Y así, entre almuerzos de lujo y tuits iracundos, el Senado decide el destino de millones mientras el público mira, atónito, preguntándose si esto es gobierno o un reality show mal escrito.

Epílogo: La democracia como espectáculo

Si el paquete pasa, el Congreso habrá demostrado una vez más que su verdadera función no es legislar, sino entretener. Y en ese sentido, al menos, son impecables: nada divierte más que ver a un grupo de millonarios debatir cómo ahorrar dinero a costa de quienes no lo tienen.

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