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Internacional

Gaza bajo fuego mientras la comunidad internacional juega al ajedrez moral

La absurda maquinaria de guerra sigue devorando vidas mientras el mundo aplaude su propia indiferencia.

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Foto: Agencia AP.

DEIR AL-BALAH, Franja de Gaza. — En un espectacular despliegue de lo que los estrategas militares llaman “precisión quirúrgica”, los ataques israeléses han logrado aniquilar a 38 seres humanos en Gaza, incluyendo a una madre y sus dos hijos que cometieron el imperdonable error de refugiarse en una tienda. Los funcionarios de salud locales, esos eternos aguafiestas, insisten en contar cadáveres en lugar de celebrar las victorias tácticas.

Mientras tanto, la tragicomedia burocrática alcanza nuevas cotas: Israel, en un gesto de generosidad sin precedentes, permitió que una migaja de ayuda humanitaria entrara en Gaza después de bloquear alimentos, medicinas y combustible durante dos meses y medio. La ONU, esa molesta organización de idealistas, tuvo la desfachatez de rechazar el brillante plan israelí de convertir la distribución de ayuda en un laberinto kafkiano.

En un giro argumental digno de Swift, Cindy McCain del Programa Mundial de Alimentos declaró que no hay evidencia de que Hamás robe ayuda. “Son solo civiles hambrientos corriendo hacia los camiones como si su vida dependiera de ello”, explicó, revelando una falta total de comprensión del guión geopolítico donde todos los palestinos son, por definición, terroristas en potencia.

La farsa de la “migración voluntaria”

Israel, siempre innovador en eufemismos, propone “facilitar la migración voluntaria” de dos millones de palestinos. Una idea tan original que recuerda a otros éxodos históricos donde la “voluntariedad” se medía con tanques. Los expertos en derecho internacional, esos románticos incorregibles, murmuran algo sobre crímenes contra la humanidad, pero ¿quién les hace caso cuando hay intereses estratégicos en juego?

El ataque que redefinió el concepto de “daño colateral”

La pediatra Alaa al-Najjar ahora puede presumir de un récord macabro: nueve de sus diez hijos carbonizados en un solo ataque. “Eran niños inocentes”, balbuceó su hermano, demostrando una pobre comprensión de la doctrina militar israelí donde todo varón mayor de seis meses es un combatiente en potencia. El ejército israelí, siempre meticuloso, anunció que revisará la afirmación “en los próximos seis a ocho meses laborables”.

Mientras tanto, el teniente general Eyal Zamir aseguró que “esta no es una guerra interminable”, solo una que dura 19 meses, ha matado a 53,000 personas y ha convertido Gaza en un paisaje lunar. Pero los pesimistas que hablan de genocidio olvidan el detalle crucial: Israel usa bombas inteligentes, lo que técnicamente las hace éticas.

Los hutíes: los villanos secundarios del melodrama

Para mantener el equilibrio cósmico, los hutíes yemeníes lanzaron un misil hacia Jerusalén. Aunque no causó daños, cumplió su función narrativa: recordarnos que en este reality show geopolítico, todos deben tener su momento de gloria. Estados Unidos, el productor ejecutivo, suspendió temporalmente los bombardeos contra Yemen porque los rebeldes prometieron portarse bien (excepto cuando no lo hagan).

Mientras las potencias discuten estrategias en salones con aire acondicionado, Gaza sigue siendo el laboratorio perfecto para probar hasta qué punto la comunidad internacional tolerará lo intolerable. La respuesta, hasta ahora, es: bastante más de lo que cualquiera hubiera imaginado.

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