La Experiencia que Marca la Diferencia en una Emergencia
Después de años trabajando en la conservación de nuestro patrimonio, he aprendido que la teoría es una cosa, pero la práctica en el terreno es otra muy distinta. Recuerdo una vez, hace ya una década, un incidente similar en otro sitio arqueológico donde la demora en la coordinación nos costó semanas de trabajo de restauración. Por eso, cuando me enteré del incendio en Teotihuacán la noche del miércoles, lo primero que pensé fue en el protocolo. Y déjenme decirles: esta vez, funcionó a la perfección.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) reportó un siniestro en la Zona Arqueológica de Teotihuacán. Lo que en cualquier otro contexto sería un simple fuego en un pastizal árido, aquí se convierte en una amenaza latente para milenios de historia. La lección que siempre repito es que en estas situaciones, los primeros minutos son cruciales. Y así fue: el incidente, que únicamente afectó una extensión de vegetación seca, fue dominado con celeridad, sin que se registraran perjuicios en las construcciones ancestrales ni en el personal.
El conato de incendio fue detectado cerca de las 20 horas en un sector de arbustos y hierbas aledaño a la icónica Pirámide de la Luna. La alarma fue emitida por los efectivos de la Policía Auxiliar asignados a la custodia del recinto, quienes alertaron de forma inmediata al arqueólogo Rogelio Rivero Chong, responsable de la Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacán. He visto de primera mano cómo la vigilancia constante y la cadena de mando clara son la primera línea de defensa; no es un trabajo glamoroso, pero es lo que evita catástrofes.
La colaboración entre instituciones fue el factor determinante para controlar la contingencia. El personal del INAH, movilizando una pipa de agua de su propia dotación, se dirigió al foco del siniestro. Según los informes, el equipo del Instituto tuvo el respaldo esencial de los cuerpos de rescate y personal de Protección Civil de la localidad de San Martín de las Pirámides, consiguiendo extinguir las llamas. Una de las grandes lecciones que la experiencia te da es que nunca se puede ser autosuficiente; la verdadera fortaleza está en las alianzas. De acuerdo con los partes oficiales, el fuego se circunscribió a un terreno de pasto seco y no llegó a alcanzar ninguna de las edificaciones precolombinas que integran este vital yacimiento prehispánico.
La Secretaría de Cultura y el INAH ratificaron que, pese al suceso acaecido la víspera, la Zona Arqueológica de Teotihuacán continúa accesible para los visitantes y funciona con total normalidad en sus turnos establecidos. Esto no es poca cosa. La capacidad de reanudar la operatividad demuestra un plan de gestión de crisis bien engranado, algo que se construye con años de experiencia y, tristemente, con algunos sustos previos. La tranquilidad con la que se puede anunciar la reapertura es el mejor indicador de una emergencia que fue, en efecto, controlada.

















