El gobierno planea instalar 15 mil Farmacias del Bienestar en todo México

¿Realmente llegará la medicina a quienes más la necesitan? A partir de agosto, el Gobierno federal desplegará 15 mil Farmacias del Bienestar, un modelo radicalmente distinto al de la administración anterior, que apostó por una única “megafarmacia”. Pero, ¿qué garantías hay de que este sistema descentralizado funcionará mejor?

La presidenta Claudia Sheinbaum reveló que 5 mil de estas unidades operarán en las comunidades más apartadas, compartiendo espacios con las Tiendas del Bienestar (antes Diconsa). “Es un ejercicio crucial para que Birmex distribuya los fármacos directamente”, afirmó. Sin embargo, fuentes internas cuestionan la logística: ¿cómo asegurarán la cadena de frío para medicamentos sensibles en zonas sin infraestructura?

Documentos obtenidos por este medio detallan que las enfermeras etiquetarán los medicamentos según las necesidades de cada paciente, basándose en visitas domiciliarias. Pero, ¿qué pasa si los diagnósticos son erróneos? Un exfuncionario de Salud, bajo condición de anonimato, advierte: “Sin supervisión médica constante, el riesgo de malas prácticas es alto”.

Las otras 10 mil farmacias se ubicarán en clínicas del IMSS, IMSS-Bienestar e ISSSTE. Sheinbaum insistió en que priorizarán medicamentos para enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión. No obstante, recetas médicas consultadas por nuestro equipo revelan que el 30% de estos pacientes requieren ajustes frecuentes en sus tratamientos. ¿Quién los monitorizará?

Lo más preocupante: aunque el proyecto promete eventualmente abastecer todo tipo de medicamentos, reportes de la Auditoría Superior de la Federación señalan que, actualmente, el 42% de los centros de salud rurales carecen de inventarios confiables. ¿Estamos ante una solución real o solo un cambio de empaque?

Mientras las autoridades celebran la cobertura, pacientes entrevistados en Oaxaca y Chiapas expresan escepticismo: “De nada sirven las farmacias si no hay doctores”, dice doña Carmen, viuda de 72 años. Su testimonio abre una pregunta incómoda: ¿Estas farmacias compensarán la falta de médicos o solo maquillarán la crisis?

Una cosa es clara: detrás de las cifras triunfalistas, persisten dudas sobre capacitación del personal, mantenimiento de stock y, sobre todo, si este modelo evitará el desabasto que por décadas ha plagado al sistema público. La verdadera prueba comenzará en agosto, cuando las primeras comunidades remotas reciban—o no—los medicamentos prometidos.