El penal de Culiacán, un campo de batalla con celda y comedor

En un espectáculo que ya huele a rutina —y a pólvora—, el Centro de Readaptación Social de Culiacán ofreció hoy su función estrella: Tiroteo en la Penitenciaría, temporada 25. Con actores principales encarcelados (aunque mejor armados que un pelotón de infantería) y extras de lujo: el Ejército, la Guardia Nacional y la siempre eficaz Policía Estatal Preventiva (que previene todo menos esto).

Según testigos —o sea, los vecinos que ya incluyen “disparos a las 3 PM” en sus agendas—, al menos cinco módulos se convirtieron en improvisados campos de tiro. Las autoridades, expertas en llegar justo después del desastre, rodearon el lugar con la misma urgencia con que un funcionario evade preguntas incómodas.

Lo irónico: hace apenas cuatro días, este mismo penal fue “desinfectado” en un operativo donde decomisaron desde granadas hasta 47 mil pesos (¿impuestos incluidos?). Parece que la requisa sorpresa fue tan sorpresa que los internos no tuvieron tiempo de esconder… ¡oh, esperen!

Mientras cierran la carretera Culiacán-Navolato —porque nada dice “seguridad” como bloquear vías públicas—, uno recuerda aquel viejo eslogan: “Las prisiones mexicanas: donde las armas entran más fácil que los abogados”. Swift propondría convertir los penales en parques temáticos; Orwell, en sucursales del Ministerio de la Paz.

Moraleja: si buscas armas automáticas, drogas o internet gratis, no vayas a Walmart. Ve al módulo 28.