Una inversión que desafía la visión de futuro
La reciente decisión de la Cámara de Diputados sobre el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2026 nos obliga a cuestionar paradigmas profundamente arraigados. ¿Qué mensaje enviamos como sociedad cuando la asignación para el sector Cultura apenas alcanza para empatar los 15,081.5 millones de pesos ejercidos en 2025, después de añadir 1,985.5 millones de pesos adicionales?
Imaginemos por un momento un ecosistema donde la inversión en cultura y ciencia no fuera vista como gasto, sino como el combustible para la economía creativa del mañana. La propuesta inicial que planteaba recortar 1,984 millones de pesos al Ramo 48 revela una mentalidad cortoplacista que trata a la cultura como lujo, no como infraestructura nacional crítica.
La disrupción presupuestal: ¿oportunidad perdida?
Mientras el Ramo 38 de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación recibirá 2,500 millones de pesos adicionales a los 34,860.8 millones originalmente propuestos, debemos preguntarnos: ¿es suficiente para catapultar a México hacia la vanguardia de la economía del conocimiento?
La verdadera innovación presupuestaria hubiera sido conectar estos sectores de manera simbiótica, creando un fondo transversal que financie proyectos donde arte y ciencia colisionen para generar soluciones inéditas a problemas nacionales.
Redefiniendo el valor de nuestras instituciones culturales
La incertidumbre sobre si los 1,985.5 millones de pesos reasignados llegarán efectivamente al Instituto Nacional de Antropología e Historia y al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura refleja un modelo obsoleto. ¿Y si en lugar de simplemente preservar el statu quo, transformáramos estas instituciones en centros de innovación cultural que generen su propio sustento económico?
El verdadero presupuesto disruptivo no se mide en pesos asignados, sino en la capacidad de rediseñar sistemas completos. La publicación inminente en el Diario Oficial de la Federación no debería ser el final del debate, sino el punto de partida para reimaginar radicalmente cómo financiamos la creatividad nacional.



















