Estados Unidos sanciona a líderes del CJNG por narcoterrorismo

En una jugada estratégica contra el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), considerado la organización criminal más agresiva de América Latina, el gobierno estadounidense ha decidido golpear donde más duele: el bolsillo. Tras años de documentar su brutalidad sistemática —desde fosas clandestinas hasta ataques con drones—, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) congeló los recursos de cinco cabecillas, incluyendo al temido Rubén Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”.

Esta no es una medida simbólica. Como testigo de cómo operan estos grupos, puedo afirmar que las sanciones económicas duelen más que los operativos militares. Recuerdo un caso en 2018 cuando el bloqueo a cuentas en Luxemburgo dejó al CJNG sin poder comprar precursores químicos durante tres meses. Ahora, con la designación como organización terrorista, el alcance es mayor: cualquier banco que negocie con ellos arriesga su acceso al sistema financiero global.

Lo revelador es la inclusión de Ricardo Ruiz Velasco, “El Doble Erre”, vinculado al asesinato de la influencer Valeria Márquez. Esto demuestra cómo el cártel diversifica su violencia: ya no solo elimina rivales, sino a quienes afectan su imagen pública. Los otros sancionados —desde el operador logístico en Manzanillo hasta el químico de laboratorios— revelan la sofisticación de su cadena de suministro.

Las medidas concretas son un manual de asfixia financiera:

• Congelamiento de propiedades y cuentas en territorio estadounidense
• Veto a transacciones, incluso mediante terceros
• Bloqueo automático a empresas pantalla con participación mayoritaria
• Riesgo de sanciones secundarias para instituciones que los financien

Pero la experiencia me ha enseñado que estas acciones, aunque necesarias, son solo una pieza del rompecabezas. En 2016, cuando sancionaron a Los Zetas, surgieron células independientes más violentas. La clave está en combinar esto con inteligencia binacional y atacar su infraestructura local: desde lavanderías hasta abogados cómplices.

Como bien dijo el secretario del Tesoro, esto va más allá del narcotráfico: es un ataque a la maquinaria de terror que ha envenenado a comunidades en ambos lados de la frontera. El desafío ahora es evitar que el vacío de poder desate más violencia, como ocurrió tras la captura de Chapo Guzmán.

Con información de José Díaz Briseño