Las universidades de la utopía prometen becas y cero exclusiones

CIUDAD DE MÉXICO. En un acto de generosidad sin precedentes (y de timing electoral impecable), la Secretaría de Educación Pública ha decidido que este año sí, pero de verdad, pero en serio, garantizará el derecho a la educación superior. Las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García -nombre que evoca tanto al prócer como a la mercadotecnia gubernamental- abren sus puertas digitales del 10 al 30 de junio, justo cuando todos recuerdan que existen.

La doctora Raquel Sosa Elizaga, al frente de este proyecto faraónico (330 mil plazas es el nuevo “pan y circo” del siglo XXI), ha declarado que esta vez no será como cuando prometieron internet en todas las escuelas. Los requisitos son tan simples como obtener un acta de nacimiento en un país donde el registro civil es más lento que el avance educativo: CURP, identificación oficial y una carta donde jures no ser un traidor matriculado en otra institución.

“La educación será totalmente gratuita”, aseguran mientras el presupuesto para ciencia y tecnología sigue siendo equivalente al mantenimiento de un helicóptero presidencial.

El proceso es tan sencillo como sobrevivir a la burocracia mexicana: subir documentos en PDF (formato desconocido para el 60% de los bachilleres), tomarse una foto tamaño pasaporte (que no parezca selfie de tinder) y esperar que el sistema no colapse como el modelo educativo tradicional.

Los afortunados que logren navegar este laberinto kafkiano-digital recibirán no solo educación gratuita, sino también seguro médico (en hospitales que aún no saben que serán parte del programa) y una beca (cuyo monto exacto se revelará cuando el peso deje de caer). Las clases comenzarán en agosto, justo después de un “curso de recuperación” obligatorio que todos necesitan pero nadie entiende.

Mientras tanto, en las universidades autónomas, los investigadores ríen (o lloran) al ver cómo se anuncia la gratuidad universal mientras sus laboratorios siguen usando equipos de los años 90. Pero qué importa, cuando puedes estudiar “Desarrollo comunitario aplicado a la siembra de esperanzas” en campus que aún están en planos.

La cereza del pastel: todo esto se anuncia como gran avance social, mientras el sistema educativo sigue produciendo profesionistas para emigrar. ¡Bienvenidos al circo académico del siglo XXI, donde el diploma vale menos que el papel higiénico, pero al menos es gratis!