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El influencer más seguido del mundo choca con las leyes migratorias de EE.UU.

El rey del gesto viral enfrenta el laberinto migratorio estadounidense con su silencio más elocuente.

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Foto: El Universal

En un giro digno de su propio material viral, Khaby Lame —el hombre que construyó un imperio criticando complicaciones absurdas— terminó enredado en el más kafkiano de los guiones: el sistema migratorio estadounidense. El Moisés de lo obvio, capaz de resolver problemas con un levantar de cejas, no pudo evitar que el ICE le señalara su visa vencida con la misma expresión que él usa para desmontar tutoriales ridículos.

La detención en el aeropuerto de Las Vegas —ciudad donde lo extravagante es norma— resultó ser el único sketch que no pudo resolver con mímica. Las autoridades, en un arranque de creatividad jurídica, le ofrecieron la opción de “salida voluntaria”: un eufemismo tan elaborado como los videos que él parodia, donde “voluntario” significa “antes de que te esculquen en un centro de detención”.

Mientras sus 160 millones de seguidores aplauden su ascenso de obrero fabril a embajador de UNICEF, el sistema recordó su lugar: por mucho que enseñes al mundo a pelar bananas o rescatar llaves, si tu documento tiene fecha de caducidad, eres tan prescindible como los life hacks que ridiculizas.

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La ironía final: el mismo gesto que lo hizo famoso —manos abiertas, mirada al cielo— fue quizás su última reacción al darse cuenta de que, en la gran pantalla de la política migratoria, los únicos trucos innecesarios son los derechos humanos.

Epílogo para la era digital

Así termina la fábula moderna: un hombre que se volvió rico señalando lo evidente, deportado por la ley que nadie se atreve a señalar. Mientras, sus videos siguen acumulando likes, y algún burócrata del ICE probablemente usa su técnica para abrir una botella de agua en tres movimientos.

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