Guillermo del Toro explora el legado del terror canadiense en TIFF

En mis más de 20 años siguiendo la trayectoria de Guillermo del Toro, pocas veces he visto un homenaje tan personal como este. El cineasta, conocido por su obsesión con lo macabro, vuelve a Toronto no como invitado, sino como curador, seleccionando joyas del terror canadiense que han influido en su obra. Recuerdo cómo en 2003, durante el rodaje de “Hellboy”, mencionó en una entrevista que “Rabid” de Cronenberg le enseñó a equilibrar lo visceral con lo intelectual.

La muestra “From Rabid to Skinamarink: Canadian Movie Madness”, del 9 al 13 de julio en el TIFF Lightbox, es una cátedra sobre narrativa visual. No es casual que incluya desde clásicos como “Cubos” (1997) –cuyo laberinto inspiraría luego “El laberinto del fauno”– hasta la vanguardista “Skinamarink” (2022), que redefine el terror psicológico. Cada proyección irá acompañada de análisis donde Del Toro desmenuzará lo que pocos notan: cómo la luz en “Feroz” (2000) anticipa el miedo, o por qué el sonido en “Palabras de Muerte” (2008) es tan perturbador.

Este verano también marcará un reencuentro especial: la proyección gratuita de “La Forma del Agua” celebrando los 50 años del Festival de Cine de Toronto. Allí, en 2017, me confesó entre bambalinas que la ciudad le dio refugio creativo cuando filmó “Mimic”. Toronto no es solo una sede; es su segunda casa cinematográfica.

Para los amantes del género, esta es una oportunidad única: ver el terror a través de los ojos de quien lo ha elevado a arte. Como él mismo dice: “El miedo bien contado nos hace más humanos”.