El Vaticano inicia el cónclave más diverso para elegir al sucesor del papa

CIUDAD DEL VATICANO. — Con una ceremonia cargada de simbolismo y tradición, 133 cardenales dieron inicio al cónclave más diverso en la historia de la Iglesia católica, marcando un momento crucial para los 1.400 millones de fieles que esperan un nuevo pontífice. La Capilla Sixtina, bajo los frescos de Miguel Ángel, se convirtió en el epicentro de esta elección sin precedentes, donde la tecnología quedó fuera: bloqueo de señales móviles y aislamiento total para garantizar el secreto.

El cardenal Pietro Parolin, figura clave en el pontificado de Francisco y uno de los favoritos para sucederle, lideró el juramento en latín ante “El Juicio Final”. Cada elector colocó su mano sobre los Evangelios, comprometiéndose al silencio absoluto. Esta vez, el proceso incluye a representantes de naciones históricamente marginadas, como Mongolia y Tonga, reflejando la visión globalizadora del papa saliente.

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La incertidumbre ronda este cónclave: con 108 de los 133 cardenales nombrados por Francisco, muchos apenas se conocen. ¿Lograrán consenso rápido o se alargarán las votaciones? Las señales de humo —blanco para el éxito, negro para continuar— serán el único indicador visible desde el exterior. “Esperar y ver”, advierte el cardenal Zenari, mientras el mundo observa.

Antes del encierro, el decano Giovanni Battista Re celebró una misa en la basílica de San Pedro, pidiendo unidad: “Necesitamos un líder que active conciencias en esta era de cambios acelerados”. La presión es clara: el próximo papa heredará desafíos como la reforma institucional, la crisis climática y las demandas de transparencia en una Iglesia que busca reinventarse.

El ritual incluyó el tradicional “extra omnes” (“todos fuera”), cerrando las puertas a lo profano. Si no hay acuerdo en la primera votación, el humo negro podría verse al caer la tarde. Los electores se preparan para jornadas intensas: hasta cuatro votaciones diarias hasta alcanzar los 89 votos necesarios. La historia reciente sugiere que todo puede decidirse entre tres y catorce rondas.

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Con un Colegio Cardenalicio rejuvenecido y multicultural, este cónclave no solo elegirá un líder religioso, sino que definirá el rumbo de una institución en diálogo con la justicia social, la diversidad y la era digital. ¿Será un reformista audaz o un conciliador? La Capilla Sixtina guarda el secreto… por ahora.