La cumbre del G7 enfrenta desafíos globales bajo la sombra de Trump

KANANASKIS, Alberta, Canadá — La sombra de Donald Trump planea sobre la cumbre del G7, donde los líderes mundiales intentan navegar un panorama geopolítico fracturado. El recuerdo de su actitud desafiante en 2018, con Angela Merkel como testigo incómoda, sigue vivo mientras las tensiones comerciales y los conflictos armados dominan la agenda.

Esta edición, celebrada en las Montañas Rocosas canadienses, busca evitar choques frontales en un contexto de aranceles agresivos, guerras en Ucrania y Gaza, y la escalada nuclear con Irán. A esto se suman desafíos como la inteligencia artificial, el cambio climático y el dominio chino en manufactura y cadenas de suministro.

Trump ya ha impuesto gravámenes a decenas de países, desafiando el consenso multilateral. “Ningún acuerdo es mejor que un mal acuerdo”, resume la postura estadounidense, según analistas. La ausencia de una declaración conjunta prevista refleja esta fractura.

Mientras Europa y Asia intentan suavizar al mandatario estadounidense, la realidad es cruda: el G7 lucha por mantener su relevancia en un mundo donde el poder se mide en aranceles y combustibles fósiles. La expansión a G8 con Rusia terminó en 2014 tras la anexión de Crimea, y ahora el grupo enfrenta su propia obsolescencia.

Las reuniones bilaterales de Trump con líderes como Zelenskyy y Sheinbaum marcarán el ritmo de una cumbre donde la diplomacia se mide en tweets y transacciones. Con China como telón de fondo, los aliados dudan: ¿cómo confiar en quien impone barreras comerciales? La respuesta podría redefinir el orden global.

Expertos advierten que esta cumbre podría ser un punto de inflexión: o el G7 encuentra un nuevo propósito en la era de la desglobalización, o se convertirá en otra reliquia de un multilateralismo que Trump parece decidido a enterrar.