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Seis estados mexicanos en alerta máxima por la temporada de huracanes 2025

Descubre cómo seis estados mexicanos enfrentan un riesgo crítico ante la próxima temporada de huracanes y qué medidas urgentes se necesitan.

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CIUDAD DE MÉXICO.- La temporada de huracanes 2025 amenaza con desafiar los límites de la resiliencia en México, donde seis estados emergen como los más expuestos debido a una combinación explosiva: geografía adversa, desigualdad social y sistemas de prevención obsoletos. ¿Estamos repitiendo los errores del pasado o reinventando la gestión de riesgos?

La Comisión Nacional del Agua (Conagua) ha lanzado una advertencia contundente: entre 29 y 37 ciclones tropicales podrían gestarse en el Pacífico y el Atlántico, con al menos seis alcanzando la categoría de huracanes mayores (nivel 3+). Pero aquí está el dato que debería sacudirnos: en la era del cambio climático, “normalidad” es un concepto engañoso. El huracán Otis (2023) demostró cómo un fenómeno puede escalar de tormenta a monstruo categoría 5 en medio día, desafiando todos los modelos predictivos.

Más allá de las estadísticas, surge una pregunta incómoda: ¿por qué seguimos midiendo el riesgo solo en términos meteorológicos cuando el verdadero peligro radica en la vulnerabilidad social? Los seis estados críticos —Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Quintana Roo, Sinaloa y Baja California Sur— comparten un patrón alarmante: litorales extensos + pobreza estructural + infraestructura frágil = fórmula perfecta para el desastre.

Imaginemos por un momento un enfoque radical: en lugar de gastar millones en reconstrucción post-desastre, ¿qué pasaría si invertimos en:

  • Arquitectura bioclimática: viviendas elevadas y autosuficientes en zonas costeras
  • Alertas comunitarias 3.0: sistemas descentralizados con inteligencia artificial local
  • Corredores ecológicos: manglares y barreras naturales como amortiguadores
  • Economías resilientes: diversificación productiva menos dependiente del turismo estacional

La próxima gran innovación en gestión de huracanes podría venir de donde menos lo esperamos. Mientras tanto, las recomendaciones básicas siguen vigentes, pero insuficientes: monitoreo oficial, planes de evacuación y kits de emergencia. El verdadero cambio requiere romper con el ciclo reactivo y construir sociedades anticipatorias. La pregunta no es si vendrá el próximo Otis, sino cuándo… y si estaremos preparados para convertirlo en una oportunidad de reinvención.

Los datos fríos no mienten: el Pacífico y el Atlántico mexicanos son fábricas de ciclones. Pero el calor de la innovación humana puede ser nuestro mejor aliado. ¿Estamos listos para pensar fuera del ojo del huracán?

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